Los miles de niñas y niños saharauis que han participado en el programa "Vacaciones en Paz" ya están regresando a sus hogares. Aquí han disfrutado de un verano diferente gracias a la generosidad y la solidaridad de una familias ejemplares. Y ahora, retornan a la monotonía de una Hamada austera y cruel que no les ofrece ninguna esperanza.
No se trata -a diferencia de lo que propugnan algunos- de evitarles el "trauma" que sufrirán después de descubrir nuestras comodidades. La solución pasa por facilitarles el regreso a su patria, para que su pueblo pueda construir su futuro con dignidad. Una patria que, no lo olvidemos, España entregó de manera miserable a Marruecos para que así nos evitásemos engorrosos problemas en nuestra propia andadura hacia la democracia.
Yo soy un gran enemigo del programa "Vacaciones en Paz" porque tiene su origen en una situación tremendamente injusta. Porque espero que un día cercano deje de ser necesario. Pero entre tanto, no dejo de admirar a quienes abren sus puertas de par en par a una criatura extraña, con el único objetivo de compartir unos días de felicidad.
1 comentario:
El proyecto vacaciones en Paz tiene grandes enemigos. Ojalá todos fueran como tu.
Por cierto yo también lo soy aunque tenga a dos saharauillos en casa y por las mismas razones que expones.
Un abrazo
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