No me gusta autocitarme, jamás lo hago puesto que me parece de pesima educación; pero hoy haré una excepción. El 11 de agosto escribí en este blog:
Yo soy de los que creen que los ejércitos son un mal necesario porque en determinadas situaciones es preciso el uso de la fuerza. Ahora tenemos un ejemplo clarísimo en Somalia. Aquella región sufre una hambruna dantesca, y la ausencia de un Estado que merezca ese nombre, unido a la acción de grupos armados incontrolados, hace inviable cualquier tipo de ayuda humanitaria de dimensiones adecuadas al drama que se produce allí cada día. Muy posiblemente, la única solución pase por el envío urgente de tropas internacionales que impongan el orden preciso para que se garantice el tráfico de las ayudas, su justo reparto, y la acción de los cooperantes.
Me reafirmo en esta opinión en el momento en que dos cooperantes españolas (Montserrat Serra y Blanca Thiebaut) de la organización Médicos Sin Fronteras han sido secuestradas mientras desarrollaban una labor ejemplar en el campo de refugiados de Daabad, Kenia. No podemos permitir que quienes ofrecen lo mejor de si mismos a los demás pongan inútilemente sus vidas en peligro. Nuestro gobierno, y el conjunto de la comunidad internacional, deberán establecer los protocolos precisos que garanticen la mínima seguridad exigible al trabajo sobre el terreno de las ONGs. Y en este momento, también desde CAMINANDO, hago votos por la pronta liberación de Montserrat y Blanca.
1 comentario:
Cierto es que tendría que garantizarse la seguridad de los cooperantes que van a cooperar y digo a cooperar conscientemente porque también los hay que van de turistas solidarios. Pero también hay otros factores: el secuestro de las dos mujeres ha sacudido a la opinión pública, nos ha conmovido y asustado mientras que ya nos acostumbramos a estas terribles imágenes de personas muriendo de hambre. 500 muertos de inanición en un país africano no merecen una línea en los periódicos. El secuestro ocupa portadas de toda la prensa nacional y no sé si internacional. Lejos de mi intención está el matar al mensajero, aunque sí que creo que los grandes grupos de comunicación deberían revisar sus libros de estilo puesto que ellos tienen el poder de crear opinión.
No es la falta de ayudas lo que condena a muerte a miles de famélicos, es la gestión ineficaz, la burocracia, el silencio cómplice de los que lo sabemos y no lo denunciamos porque es un círculo vicioso: si denuncias que hay ayudas, donaciones particulares que hace más de un año están retenidas en entes públicos a la próxima emergencia humanitaria las donaciones no se van a producir y por eso nos callamos. Más vale tarde que nunca pero en el intermezzo han muerto miles de damnificados. Luego, cuando llega si es que llega, la distribución está sujeta a todo tipo de vicisitudes, sujetas al capricho de señores de la guerra que te exigen contraprestaciones que, a veces, es inevitable aceptar si quieres salvar vidas.
Lo del secuestro de las dos catalanas es sólo la punta del iceberg del mar de fondo del mundo de la cooperación que es, en ocasiones, turbio y complicado.
Muy buen post. Felicidades.
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