28 agosto 2010

En homenaje a tres valientes

La muerte de José María Galera, Abraham Leoncio y AtaollahTaefik Alili mientras defendían los intereses españoles en Afganistán merece al menos respeto. Pero vivimos unos tiempos en lo que todo vale. He oído hablar de casi cien muertos españoles en la guerra de Afganistán y de que es urgente la retirada de nuestras tropas. Hay quienes quieren infligir una derrota al gobierno y demostrar que es un mentiroso y tal y cual, y no miden sus palabras, ni sus acciones. Otros confunden el culo con las cuatro témporas ¿Cómo vamos a retirar a nuestros soldados de allí donde corren riesgo para evitar bajas? Para eso no necesitamos ningún tipo de Ejército. La guerra es la última vía, la prueba de que todas las opciones anteriores han fracasado pero, lamentablemente, hay ocasiones en que es inevitable. La discusión no puede ser lingüística –si aquello es o no es una guerra- sino cómo dotamos de los mejores medios y del máximo apoyo a quienes ponen sus vidas en juego para aportarnos seguridad.

En los años treinta del pasado siglo, el partido nazi alemán inicio una escalada de violencia ¿Cómo reaccionaron el resto de países europeos? Ahí están los libros de Historia para recordarnos las consecuencias de las cesiones inadmisibles. Yo mismo he visto en la tele, en directo, parte de la orgía de sangre que se perpetró en Bosnia casi anteayer. Entre tanto, los europeos nos la cogíamos con papel de fumar y, no lo olvidemos, sólo la decidida intervención de los Estados Unidos puso fin a aquella barbarie.

Hoy existen grupos radicales que consideran que la mujer debe estar sometida al hombre, por ejemplo; que es lícita la violencia para la defensa de sus ideas y que no dudan en utilizarla. Un 11 de marzo los españoles tuvimos una trágica prueba de su capacidad para producir dolor. Si respondemos a esas amenazas con debilidad se reirán en nuestra cara la próxima vez que preparen sus atentados. Ya lo están haciendo en este momento.

No conocí ni a José María ni a Abraham ni a Ataollah pero quiero pensar que eran tres hombres valientes con un gran sentido del deber y un auténtico espíritu de servicio. Estas líneas sólo pretenden ser un homenaje a su memoria.

7 comentarios:

Alicia Mora dijo...

Merecido homenaje...
Es cierto que no hay que confundir "misión de paz" o misión de guerra..como dijo un militar español al que perdió una pierna en Afganistán: "Me dijeron que aquí no vamos a repartir magdalenas..." Creo que es algo más que una guerra lingüística, es una realidad: la guerra.
Me repugna por otro lado cómo se está llevando este tema..permitiendo un gobierno corrupto con señores de la guerra (talibanes moderados para el gobierno dicen...)con el beneplácito del gobierno español..ahora que España es el sexto país en venta de armas no me extraría nada que uno de los compradores estén en ese país.
Bueno que este tema me cabrea bastante y yo sí quiero que se retire el ejército español.

Im-Pulso dijo...

Nadie --o casi nadie-- duda de las buenas intenciones de muchos de los extranjeros, sean españoles o de otro país, que mueren en Afganistán; pero, ¿qué intereses españoles se defienden con armas en Afganistán?, en el buen entendido de que los intereses legítimos de un país son los que interesan a sus habitantes.
Salvo los posibles efectos beneficiosos en el precio del crudo que puede tener en el futuro el oleoducto Asia Central-Pakistán que actualmente construye un consorcio controlado por EE UU, ¡no hay ningún interés concreto de los españoles que se juegue en Afanistán! ¡Ninguno!
Otra cosa es que en Afganistán no se respeten los derechos humanos, pero no se respetaban con los talibanes ni tampoco se respetan ahora con Karzai y con más de 100.000 soldados despleados por una alianza extranjera que se arroga un mesianismo postizo y carente de futuro.
Claro que merecen respeto estos tres y los anteriores muertos españoles y no españoles, ¡sin duda!, pero para reconocer y reclamar ese respeto no es preciso difundir la especie de que defendían "intereses españoles".

Merche Pallarés dijo...

Estoy de acuerdo con los comentarios que me preceden. Afganistán no va a cambiar de la noche al dia. Es una sociedad tribal muy díficil de controlar que a través de la historia muchos lo han intentado y les ha sido imposible. No lo vamos a conseguir nosotros. Besotes, M.

Unknown dijo...

Con todo respeto, discrepo de algunas opiniones de más arriba. Creo que en Afganistán sí se defienden "intereses españoles" en tanto en cuanto son los intereses de la civilización occidental los que allí estamos defendiendo.
Estoy en contra de las guerras por eso me parecerá estupendo que alguien convenza a los islamistas radicales de que occidente no es el satán al que deben destruir (tal y como ellos dicen reiteradamente.

Im-Pulso dijo...

A Juanjo Ruiz,
Cada vez que se afronta el reto de precisar qué valores son los propios de "civilización occidental" el debate se enreda y las contradicciones son tantas que es imposible llegar a un consenso.
Además, ¿por qué los valores de la "civilización occidental" son de interés general para todos los que vivimos o sobrevivimos en ese ámbito?, ¿qué derecho humano, natural o divino, o qué análisis objetivo, ampara que la "civilización occidental" sea mejor o menos mala que la islámica, la china, la de los indígenas amazónicos, la de los papúes que mantienen reglas de convivencia y hermandad propias del neolítico, etcétera y etcetera?, ¿las proverbiales plusvalías propias de la explotación económica forman parte también de la "civilización occidental"?, ¿y el individualismo atroz también?...
Todo esto y más sin olvidar que en Afganistán nadie, ninguno de los gobiernos aliados, está defendiendo la "civilización occidental". La fuerza desplegada está defendiendo valores indefinidos y, sobre todo, intereses trasnacionales ajenos a todo concepto de civilización.
A mayores, Karzai permite la aplicación legal de criterios religiosos extremos, como el derecho del varón a apalizar a su esposa o esposas...
En mi opinión, urge retirar todas las tropas. Urge poner fin a esa sangrienta simulación de humanitarismo armado que de nada sirve, salvo para que mueran personas y para que millones de occidentales crean lo que es "hiperrealidad", no realidad.
Un abrazo y todo mi respeto y cariño a quienes todavía creen (creemos) en la bondad intrínseca de las instituciones humanas de Occidente (pero a veces, como esta, metemos la pata y deberíamos corregir para evitar tragedias personales injustificables).

Unknown dijo...

Amigo Félix: no estoy en absoluto de acuerdo con ese relativismo tan propio de la posmodernidad. Creo que hay que defender una sociedad que se basa en los principios de La Ilustración y la Revolución Francesa, en la Declaración Universal de los Derechas Humanos, en el reconocimiento del hombre como "ciudadano" dueño (y responsable) de su destino, en el sufragio universal, en la igualdad de todos ante la ley (incluidas mujeres, deficientes mentales, ateos y negros), ...
No es cierto que todas las ideas son igual de respetables: no es respetable el racista ni el pederasta ni el islamista ni el nazi ni es estalinista ni el jemer rojo.
El mito del buen indígena que viviendo en la naturaleza es feliz y bueno es una utopía falsa totalmente. Hay tanta crueldad y tanto altruismo en una tribu neolítica como en el metro de Madrid.
Claro que creo que debemos defender nuestra civilización.
En fin: eso creo. Pero -naturalmente- no es obligatorio estar de acuerdo conmigo.
Un saludo cordial.

Im-Pulso dijo...

La "bondad" tiene caminos inescrutables...
Un abrazo.