Desde hace unos años sigo las columnas de Rosa Montero con gran interés. Debo confesar que todo empezó cuando descubrí el inequívoco compromiso de Rosa con la causa saharaui, pero mi “seguimiento” ha hecho que ahora valore sus opiniones como los de una persona realmente valiente y comprometida, algo que no abunda, por cierto. Así que los martes, mi lectura de EL PAÍS empieza por la última página. Y hoy, esto es lo que quiero compartir con los “caminantes” .
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En el mundo islámico, por complejas razones que no caben en este artículo, se está librando en estos momentos una durísima batalla entre la civilización y la barbarie. Porque, diga lo que diga ese invento de la Alianza de las Civilizaciones, que me parece un vistoso paquete lleno de aire, yo creo que no hay más que una civilización desarrollada por diversas culturas, entre ellas la musulmana, que ha aportado muchas cosas buenas a lo que somos hoy. Sin embargo, ahora, por desgracia, el islam está siendo abrasado por la fiebre integrista. Sudanesas condenadas a 40 latigazos por llevar pantalones, supuestos adúlteros y adúlteras lapidados (la última ejecución ha sido en Somalia la semana pasada)... Y el otro día, aquí mismo, en un pueblo de Ciudad Real, esa joven marroquí embarazada a quien dos compatriotas dieron una brutal paliza por no llevar velo (la chica abortó nueve días más tarde). Los energúmenos musulmanes, en fin, son un peligro para todos, pero especialmente, no lo olvidemos, para los propios musulmanes, que son sus primeras víctimas. Habrá que defenderse: no se puede transigir con los intransigentes.
En el mundo islámico, por complejas razones que no caben en este artículo, se está librando en estos momentos una durísima batalla entre la civilización y la barbarie. Porque, diga lo que diga ese invento de la Alianza de las Civilizaciones, que me parece un vistoso paquete lleno de aire, yo creo que no hay más que una civilización desarrollada por diversas culturas, entre ellas la musulmana, que ha aportado muchas cosas buenas a lo que somos hoy. Sin embargo, ahora, por desgracia, el islam está siendo abrasado por la fiebre integrista. Sudanesas condenadas a 40 latigazos por llevar pantalones, supuestos adúlteros y adúlteras lapidados (la última ejecución ha sido en Somalia la semana pasada)... Y el otro día, aquí mismo, en un pueblo de Ciudad Real, esa joven marroquí embarazada a quien dos compatriotas dieron una brutal paliza por no llevar velo (la chica abortó nueve días más tarde). Los energúmenos musulmanes, en fin, son un peligro para todos, pero especialmente, no lo olvidemos, para los propios musulmanes, que son sus primeras víctimas. Habrá que defenderse: no se puede transigir con los intransigentes.
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4 comentarios:
Completamente de acuerdo en todo.
La violencia y la intransigencia no tienen una única forma de expresión
Un saludo!
Lo leí, lo leí y, como siempre, me dije "seguro que Fran escribe un post sobre ésto". Todos los fanatismos son nefastos. Es una lacra de la cual nos tenemos que liberar. ¿Cómo? Mejorando la educación humanista, sobre todo. Haciéndoles comprender que "su" dios NO es un dios de venganza y odio sino de amor y compasión si no, no es "dios" sino satanás. Besotes, M.
Estoy de acuerdo en su integridad.
Un abrazo.
Un artículo muy acertado. Y extensible a todas las religiones.
También hay talibanes fundamentalistas entre nosotros.
Un abrazo.
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