12 noviembre 2009

Aniversario de un martirio

El 16 de noviembre de 1989 Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Moreno y Joaquín López –todos ellos jesuitas- fueron asesinados junto a Elba Julia Ramos, persona al servicio de la residencia donde vivían, y la hija de ésta, Celina Mariceth. “No dejar testigos” era la consigna que siguieron a rajatabla los ejecutores de aquella “sentencia de muerte”. Así que no todos los muros se derribaron en aquellos días, ni muchísimo menos.

El asesinato de Ellacuría es una de las “crónicas de una muerte anunciada” más terroríficas, y a la vez más aleccionadoras, de nuestra historia reciente. Admiro a esos mártires por muchas razones. El que fuesen gente de frontera, incomprendidos por los “suyos”, es una de ellas. Que ofreciesen su vida por la construcción de un mundo mejor y más justo, es otra. Hay más, pero ya he sobrepasado el espacio que me cede el administrador de este blog sobre el Sáhara.


2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me conmovió aquel asesinato: aun me remueve por dentro. Suelo pasar por un monolito, en Valladolid, que los recuerda. Es en el único de este tipo en el que me paro de vez en cuando: y lo toco con la mano.

Merche Pallarés dijo...

Fue un crimen horrible, yo tambien me acuerdo. ¡Qué lástima que a los que valen de verdad, los facinerosos los liquiden como a moscas! ¡Qué grandísima injusticia! Besotes, M.