Antònia es una mujer fuerte de aspecto frágil; capaz de sentarse junto a una torre como Hmad y desafiar al mundo. No es una exageración, es la verdad. Hmad ha sufrido múltiples torturas y Antònia denuncia cada día la trágica situación del pueblo saharaui. Y ambos son capaces de decir bien alto lo que piensan. Sin estridencias, pero con firmeza.
¡Ah! Pero todos tenemos un talón de Aquiles que nos hace vulnerables. El de Antònia se llama Lab, la primera niña saharaui que acogió en su casa y que hoy es toda una mujer. El corazón de Antònia es inmenso, pero siente debilidad por Lab. No puede remediarlo. Y Lab, con la sabiduría de su pueblo, le ha dicho a Antònia que la distancia no se puede medir en kilómetros, que se siente en el corazón; y que por esa sencilla razón, ellas estarán siempre juntas.
Y entonces, Antònia ha cogido una vez más su mochila y sus bártulos y se va a los campamentos de Tinduf donde vive Lab, en un exilio en el que añora la tierra que nunca ha podido ver con sus ojos. Viaja a un territorio conocido, que forma parte de su propio ser. Sé que allí se sentirá a gusto y que tomará fuerzas. Espero que con sus fuerzas, y las de tantos otros, Antònia no tenga que volver jamás a ese lugar inhóspito y cruel donde –misteriosamente- crecen las flores más hermosas del planeta.
Bon viatge, amiga Antònia
La foto, de Lab, se la he robado a Antònia de su blog
¡Ah! Pero todos tenemos un talón de Aquiles que nos hace vulnerables. El de Antònia se llama Lab, la primera niña saharaui que acogió en su casa y que hoy es toda una mujer. El corazón de Antònia es inmenso, pero siente debilidad por Lab. No puede remediarlo. Y Lab, con la sabiduría de su pueblo, le ha dicho a Antònia que la distancia no se puede medir en kilómetros, que se siente en el corazón; y que por esa sencilla razón, ellas estarán siempre juntas.
Y entonces, Antònia ha cogido una vez más su mochila y sus bártulos y se va a los campamentos de Tinduf donde vive Lab, en un exilio en el que añora la tierra que nunca ha podido ver con sus ojos. Viaja a un territorio conocido, que forma parte de su propio ser. Sé que allí se sentirá a gusto y que tomará fuerzas. Espero que con sus fuerzas, y las de tantos otros, Antònia no tenga que volver jamás a ese lugar inhóspito y cruel donde –misteriosamente- crecen las flores más hermosas del planeta.
Bon viatge, amiga Antònia
La foto, de Lab, se la he robado a Antònia de su blog
8 comentarios:
Fran, por Dios bendito. Me has hecho llorar.
Un abrazo fuerte.
Bien bonito sí. Qué alegría recuperarte Antònia, y saber que viajas de nuevo, traéte muchas historias para luego contárnoslas tan bien. Un abrazo fuerte para ti, Fran.
Suscribo todas y cada una de tus palabras Fran..."Ella es esa flor del desierto"....
... y a ese desierto, un poco mío
nada de "ellos",me ahoga la pena
dejando profunda su huella en arena
dejando simiente, en surco vacío.
Una gran mujer, sí señor...
Un abrazo.
qué grande es Antònia
Edgardo.
Me alegro de que encontrases este blog; así nos enriquecemos con tu participación.
Antònia
Lo dicho, que tengas un buen viaje ;-)
Al resto, como siempre, mi abrazo solidario.
Antonia es MUY GRANDE. Una gran mujer como dice PEDRO y un amor de persona. Se merece tu elogio y muchos mas. Besotes, M.
Me pareció una persona deliciosa
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