A mi tierra van mis versos de fuego y
de arena, que llegarán tan alto como
el sol y la luna.
Pueblos de sabios,
pueblos de genios y adagios.
Mujeres sabias, padres de familias,
niñas maduras, que crecen cada día;
niños prodigiosos, humildes y curiosos.
Pueblos de sabios,
pueblos felices, dignos y hospitalarios.
Jaimas sumisas, clavadas en la tierra,
que vuelan con el viento y
se envejecen con el tiempo;
albergan al nómada y
amparan al forastero.
Caravanas de nómadas,
que van y vienen, viajando a cuestas
de sus incansables y adorados camellos
en busca de una vida mejor.
Pueblos de sabios, pueblos de caminantes
en rumbo hacia el porvenir.
Senderos de huellas de niños descalzos,
de ganados y pastores
que marcaron sus rutas,
en el desierto no hay caminos y
paso a paso han hecho sus caminos
al andar, al andar...
[...]
Fátima Galia M. Salem
2 comentarios:
¡Precioso! Se ve la Hamada... Besotes, M.
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