Muchísimos de los analistas políticos que han expuesto estos días su opinión sobre el conflicto del Sáhara (algunos de ellos, confundiendo el campamento de protesta con los campamentos de refugiados de Tinduf , sic) han argumentado que poco puede hacer España en este caso. Eso es lo que, desde Otto von Bismarck, se denomina realpolitik: la primacía de los intereses nacionales sobre los principios éticos y morales. Y yo quiero sumarme a esa corriente con la fe del converso.
España tiene que defender esos intereses nacionales sin complejos. Uno de ellos, es garantizar que Ceuta y Melilla no se vean amenazadas por la voracidad injustificada de nadie. Otro, que nuestro vecino del sur se las tiente antes de -día sí y día también- lanzarnos el órdago de las invasiones de pateras, o con mirar hacia otro lado ante el tráfico de drogas, o con cosas aún peores que no quiero ni citar. Además, sería muy beneficioso para España que, frente a las costas canarias, se constituyese un Estado amigo -y democrático- en lugar de, perdónenme el exabrupto... un tocaloscojones.
Si hablamos de realpolitik, una de sus máximas consiste en saber medir los tiempos. Ahora puede ser el momento oportuno para que seamos egoístas, e iniciemos una andadura que concluya en el apoyo firme a la creación de un Estado saharaui. Naturalmente, no debemos pecar de ingenuos, y precipitarnos por ello. En primer lugar, se deberán condenar las recientes acciones de Marruecos en el Sáhara Occidental. Parece ser que nuestro gobierno está considerando esa postura después de que uno de nuestros nacionales muriese víctima de la represión y de que se impida la entrada de nuestros periodistas a la zona de conficto. Simultaneamente, defendamos el respeto a los derechos humanos en el Sáhara Occidental. No por convicción ni por motivaciones humanistas, como venganza a los ataques que recibieron nuestras mujeres policias en Ceuta y las calumnias vertidas contra nuestra Guardia Civil.
Posteriormenente, deberemos retirar nuestro apoyo ímplicito al plan de autonomía diseñado por el rey Mohamed VI. Y después, será preciso que apoyemos de manera firme las resoluciones de Naciones Unidas referentes a ese territorio que, no olvidemos, fue colonia nuestra durante casi un centenar de años y sobre el que mantenemos ciertas responsabilidades. ¡Ay! Pido perdón por este desliz. Poco tienen que importarnos las responsabilidades históricas ¡A la mierda con ellas!
Así que vuelvo a las andadas. Ninguna de estas medidas deberá realizarse porque sea éticamente la más apropiada. Ni porque nuestro sentido de la justicia nos obligue a ello. Sino por puro egoismo: para defender nuestros intereses ¡Con un par!
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P.S. Para completar esta estrategia, yo propondría que ofreciesemos a la monarquía alauí los servicios vitalicios de Miguel Ángel Moratinos, y con cargo al erario español, como muestra de buena voluntad. No habría dinero mejor gastado para debilitar la fortaleza diplomática marroquí.
3 comentarios:
Aplausos. Me lo llevo a FB.
Más y más aplausos.
Llego aquí desde Antònia... Sólo espero que no dejen de caminar en el desierto, aunque claramente les quieren cortar las piernas.
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