Mis hijas, Mariam, y yo, acabamos de ver Invictus en casa. Intuía que les gustaría, porque es una película que defiende valores que compartimos. En una antológica interpretación de Morgan Freeman (menudo apellido) hay un momento en el que Clint Eastwood consigue que el espectador se estremezca. Es cuando Mandela recita los versos de William Ernest Henley que tanto le inspiraron y que hoy quiero dedicar a los activistas saharauis presos por defender sus derechos más básicos
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses, si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
Desde la noche que sobre mí se cierne,
negra como su insondable abismo,
agradezco a los dioses, si existen,
por mi alma invicta.
Caído en las garras de la circunstancia,
nadie me vio llorar ni pestañear.
Bajo los golpes del destino,
mi cabeza ensangrentada sigue erguida.
Más allá de este lugar de lágrimas e ira
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el camino,
cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino;
soy el capitán de mi alma.
1 comentario:
¡Excelente película! y maravilloso ese poema que recita Freeman/Mandela. ¡Qué gran estadista y qué gran hombre! Besotes, M.
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