La palabra compañero, muy probablemente provenga del latín, "comer el mismo pan". Sin embargo, a mí me gusta pensar que procede las viejas legiones romanas, "compartir el paño", y que surgió cuando los soldados al caer la noche, de cuatro en cuatro, tenían que pernoctar construyendo su tienda sumando los capotes de cada uno de ellos. Sea como sea, compañero es una palabra hermosa.
Hace dos semanas, un nutrido grupo de saharauis montaron sus jaimas en el desierto -cerca de la ciudad de El Aaiún- como señal de protesta. Luego se sumaron otros, y otros, y otros. Hoy puede que sean más de diez mil; hombres mujeres, niños, niñas, ancianos... Y ahí siguen.
La policia y el ejército marroquí han reaccionado levantando muros alrededor de ese campamento para impedir que puedan seguir sumándose nuevos compañeros. Para evitar que lleguen suministros.
Estoy seguro de que la comparación es frívola, no me gustaría ofender a nadie, pero esta situación me recuerda a una pequeña aldea gala que resiste ahora y siempre al invasor. Y yo, que no sé como demonios ayudar, ahora quiero enviar mi mensaje de ánimo y mi abrazo solidario a quienes me gustaría que fuesen mis compañeros de jaima. Estoy seguro de que serían hospitalarios conmigo.
1 comentario:
Yo no he leido ni oido nada más en los medios... Y, sí, compañero/a es una bella palabra. Besotes, M.
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