La firmeza de nuestro gobierno a favor de la legalidad en el Sáhara

Su majestad, Mohamed VI, y José Luis Rodríguez Zapatero se han reunido hace solo unos momentos en Nueva York. Con la firmeza que caracteriza a nuestro presidente, unida a su espíritu conciliador y dialogante, le ha explicado al monarca alaui que ese territorio que en este momento está temporalmente bajo su administración, aún espera su proceso de descolonización definitivo mediante un referéndum de autodeterminación auspiciado por Naciones Unidas. Nuestras fuentes nos confirman que Zapatero ha insistido en que España no permitirá que se dé ningún paso más en contra de la legalidad internacional con la que el pueblo español -asombrosamente todas sus comunidades autónomas y naciones integrantes- está indisolublemente comprometido, desde el entendimiento al apoyo que precisa el pueblo marroquí en el camino hacia la creación de un régimen democrático.

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Y mientras llega ese día -que entendemos que no puede dilatarse por más tiempo- nuestra diplomacia no permanecerá impasible ante las agresiones que se perpetren contra nuestros compatriotas ni contra los ciudadanos saharauis que defiendan de manera pácifica aquellas ideas que sean acordes a la Declaración de Derechos Humanos que avalamos la comunidad internacional.

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El monarca ha confirmado su afán para la creación de un verdadero Estado democrático en Marruecos. Ha insistido en las pretensiones que mantiene sobre la marroquinidad del Sáhara Occidental y se ha comprometido a aceptar la decisión que adopten los ciudadanos que vivieron en ese territorio, acorde al plan de arreglo que siempre ha propugnado la ONU.

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Más tarde, se han sumado a la reunión tres magos de Oriente, un anciano venerable algo obeso y con una gran barba blanca, y todos ellos ellos han brindado con caipiriña por una duradera Alianza de Civilizaciones al son de los cantos de Labordeta, a quien tanto admiraba Zapatero, y quien, asombrosamente, tanto ha estimulado a Mohamed VI.

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Labordeta, al final de esa reunión, ha declarado de manera tajante. "A la mierda". Y un instante después se puso a cantar algo ininteligible. Nuestro corresponsal solo pudo descifrar algo como "habrá algún día en que todos [...] veremos una tierra [...] libertad.