No me pierdo ni uno de la Selección, así que, el otro día, me senté frente a la tele para ver el partido contra el equipo paraguayo. Unos minutos antes, en Tele 5, pudimos ver una “promo” en la que se recordaba la batalla de Trafalgar, la de Lepanto y otras gestas por el estilo. Me quedé estupefacto.
Quienes me conocen, saben que me encanta leer las historias que han protagonizado los soldados españoles de todos los tiempos. Desde el único noble que conquistó un reino en la Edad Media a quienes, como voluntarios y en ambos bandos, combatieron en la Europa del siglo XX, pasando por aquellos almogávares que doblegaron un imperio decadente y a sus adversarios, o por los que jamás tuvieron más tierra amiga que la que estaba bajo sus propios pies. Cada uno tenemos nuestras manías.
Pero el fútbol debiera ser otra cosa. Un deporte en el que se compite por la victoria desde el respeto al rival y asumiendo que la derrota no es una humillación para quien ha dado lo mejor de si mismo sobre el césped. Sin necesidad de exaltar a la hinchada con batallitas del abuelo Cebolleta. Así creo que debiera ser. Porque de lo contrario, es posible que de tanto llenarnos la boca de España, terminemos empequeñeciéndola.
En estos días vemos infinidad de balcones con la bandera española. Mañana, muchísima gente se pintará la cara con los colores rojo y amarillo, mis hijas entre ellos. No me parece mal si no perdemos la perspectiva. Porque hubo un tiempo en el que el fútbol era un deporte en el que jugaban once contra once y, al final… siempre ganaba Alemania. Mañana, por segunda vez, puede ser diferente ;-)
La imagen está tomada de la Red, de un partido España-Alemania sub 21
Rosa Montero publica hoy, en EL PAÍS, El gen de la horda
Quienes me conocen, saben que me encanta leer las historias que han protagonizado los soldados españoles de todos los tiempos. Desde el único noble que conquistó un reino en la Edad Media a quienes, como voluntarios y en ambos bandos, combatieron en la Europa del siglo XX, pasando por aquellos almogávares que doblegaron un imperio decadente y a sus adversarios, o por los que jamás tuvieron más tierra amiga que la que estaba bajo sus propios pies. Cada uno tenemos nuestras manías.
Pero el fútbol debiera ser otra cosa. Un deporte en el que se compite por la victoria desde el respeto al rival y asumiendo que la derrota no es una humillación para quien ha dado lo mejor de si mismo sobre el césped. Sin necesidad de exaltar a la hinchada con batallitas del abuelo Cebolleta. Así creo que debiera ser. Porque de lo contrario, es posible que de tanto llenarnos la boca de España, terminemos empequeñeciéndola.
En estos días vemos infinidad de balcones con la bandera española. Mañana, muchísima gente se pintará la cara con los colores rojo y amarillo, mis hijas entre ellos. No me parece mal si no perdemos la perspectiva. Porque hubo un tiempo en el que el fútbol era un deporte en el que jugaban once contra once y, al final… siempre ganaba Alemania. Mañana, por segunda vez, puede ser diferente ;-)
La imagen está tomada de la Red, de un partido España-Alemania sub 21
Rosa Montero publica hoy, en EL PAÍS, El gen de la horda
1 comentario:
Leí el "Gen de la horda" de Rosa Montero que, como siempre, atina y dice verdades como puños. Veremos lo que pasa hoy con Alemania. Trataré de ver el partido porque hasta ahora ¡no he visto ninguno! Pero es que a mi me gusta que metan goles y si sólo meten uno y hay que aguantar todo el partido, pues como que no... Besotes, M.
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