Algunas veces, la vida nos sonríe. Los caminos difíciles es conveniente comenzarlos con alegría y con brío y yo me adentré en la Literatura de la mano de un gran maestro. Cuando era sólo un muchacho de catorce años comencé a leer a Delibes, y así descubrí la mejor narrativa… disfrutando. Fue don Luís quien me lo presentó, un excelente profesor de Lengua y un bibliotecario de bandera.
Delibes ha sido para mí –y para varias generaciones de lectores- ese maestro con el que siempre descubres algo nuevo y que no pierde el tiempo demostrándonos lo sabio que es. Su prosa es como esa Castilla a la que tanto amó: austera y recia; sin artificios, sencillamente honesta.
Hoy se ha ido definitivamente con ese pudor que marcó el conjunto de su trayectoria. Afortunadamente, siempre podemos volver a su obra, que tengo la absoluta certeza que ganará valor con el paso de los años.
Y ahora me acuerdo de otros tres viejos amigos: El Mochuelo, el Tiñoso, y el Moñigo. Son tres mozalbetes de armas tomar a quienes conocí de la mano de don Miguel, cuando teníamos la vida por estrenar. No nos anduvimos con mandangas y comenzamos a jugar, a asar patatas en las brasas, a cortar colas de lagartijas, y a hacer algunas otras cosas de ese tipo que nos provocaban la risa sin saber porqué. Luego, entre drea y drea, leímos algún libro que otro. Hoy, los cuatro lloramos por don Miguel, que nos ha dejado un poco más huérfanos.
Delibes ha sido para mí –y para varias generaciones de lectores- ese maestro con el que siempre descubres algo nuevo y que no pierde el tiempo demostrándonos lo sabio que es. Su prosa es como esa Castilla a la que tanto amó: austera y recia; sin artificios, sencillamente honesta.
Hoy se ha ido definitivamente con ese pudor que marcó el conjunto de su trayectoria. Afortunadamente, siempre podemos volver a su obra, que tengo la absoluta certeza que ganará valor con el paso de los años.
Y ahora me acuerdo de otros tres viejos amigos: El Mochuelo, el Tiñoso, y el Moñigo. Son tres mozalbetes de armas tomar a quienes conocí de la mano de don Miguel, cuando teníamos la vida por estrenar. No nos anduvimos con mandangas y comenzamos a jugar, a asar patatas en las brasas, a cortar colas de lagartijas, y a hacer algunas otras cosas de ese tipo que nos provocaban la risa sin saber porqué. Luego, entre drea y drea, leímos algún libro que otro. Hoy, los cuatro lloramos por don Miguel, que nos ha dejado un poco más huérfanos.
8 comentarios:
y van ....
se ha ido el mejor, a quuien tantos debemos el habernos podido acercar al difrute de la lectura. Para mi sin él no hubiera sido posible, pero claro, queda su obra que, en el su caso, también es importante
y van ....
se ha ido el mejor, a quuien tantos debemos el habernos podido acercar al difrute de la lectura. Para mi sin él no hubiera sido posible, pero claro, queda su obra que, en el su caso, también es importante
Hoy el castellano está de luto riguroso.
Que la tierra le sea leve.
Cuando he oído la noticia me he acordado de ti Francisco y tu cariño especial hacia este escritor.
Al igual que BIPO, pensé en ti, querido Fran. Sé que eres un gran admirador de su obra y no es para menos. Sus libros son muy amenos, con una prosa bellísima. Al leerlos, se sentía esa austeridad, sencillez y amor a su tierra castellana. Descanse en paz. Besotes, M.
Ayer fue un mal día. Aunque realmente el Delibes escritor había colgado los trastos hace una década, eso no amortigua el dolor de su pérdida.
Y luego lo de Serrat, al que tuvieron que intervenir de urgencia. Creo que sólo tengo dos "ídolos", así que ayer no fue un buen día.
Gracias por vuestros comentarios.
Estos días no son buenos días.
Aún rcuerdo cuando no quería leer 5 horas con Mario por si no me gustaba...
Descanse en paz. Y sobre Serrat ayer dijeron en TV3 que estaba muy bien.
A ver si más tarde te envío lo de SHUKRAN.
Delibes es uno de los grandes, sin duda, y una persona fiel a sí mismo, y eso ya es muchísimo en estos tiempos. Ha entrado ya en la inmortalidad.
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