Ésta es la historia de un rey de quien todos decían que era el más justo de la tierra. Un día, estando en los jardines de su palacio, una paloma cayó sobre su muslo para pedirle ayuda. Pero un delgado halcón que se posó en una rama vecina le advirtió que era suya y que se la debía entregar. El rey se negó, con el argumento de que no se entrega un animal asustado a su enemigo, y el halcón le dijo que si era el más justo de la tierra no podía negársela, pues sólo esa paloma le permitiría aplacar la angustia de su hambre.
¿Acaso los halcones no se habían alimentado de las palomas desde que el mundo era el que conocían?
El rey, turbado, reconoció que tenía razón, y le ofreció canjear aquella paloma por lo que quisiera, un buey entero, todo su ganado, todo su reino.
Sólo aceptaría una cosa, le contestó el halcón. Si sientes tal amor por esa paloma corta un trozo de carne de tu muslo derecho, del mismo peso que esa paloma, y dámelo.
El rey se cortó un trozo de su muslo derecho, y mandó que le trajeran una báscula, pero el peso de la paloma sobrepasaba el de la carne. Se cortó otro trozo y la báscula seguía sin moverse, pues la paloma seguía siendo más pesada que su carne. El rey se cortó el otro muslo. Se cortó los brazos, el pecho, toda su carne. Al final, cuando sólo era un esqueleto sangrante, se subió él mismo sobre el platillo, y la báscula no se movía. El cuerpo de la paloma era más pesado que el del rey.
"Hemos venido hasta aquí para conocerte, la paloma y yo, dijo entonces el halcón. A ti, de quien se dice que eres el hombre más justo del mundo". Y las dos aves echaron a volar juntas.
Si quieres leer completo el excelente artículo de Gustavo Martín Garzo que hoy se publica en EL PAÍS, pincha aquí
Si quieres leer completo el excelente artículo de Gustavo Martín Garzo que hoy se publica en EL PAÍS, pincha aquí
3 comentarios:
Vengo de alli.
Enormisimas gracias por recomendarme ese enlace, querido Francisco.
Un enorme abrazo...!!!
¡qué bello el artículo de Gustavo Martín...!
La gente que se entrega así a los demás en su trabajo es tan generosa.... ¡qué poco se reconoce su humanidad!
Gracias, Francisco. Acabo de leer el artículo completo. Un precioso y emotivo texto el que escribe Gustavo Martín Garzo.
Mi aplauso y mi reconocimiento a todas esas personas que entregan parte de sí mismas a los que más lo necesitan. ¡Ojalá haya muchas de esas personas sencillas y justas para salvar al mundo! (como dice Borges en su bello poema "Los justos" que ya he leído en tu otro post).
Besos.
Publicar un comentario