El panorama actual constituye una vergüenza colectiva, que exige un cambio tan radical como apremiante. Ahora sí es posible este cambio porque en los últimos años se ha producido una rápida "maduración" de las capacidades necesarias para que los súbditos se conviertan en ciudadanos del mundo y adquieran una conciencia global y, por tanto, la posibilidad de comparación, base ética fundamental; el incremento de mujeres en el escenario público y en los procesos de toma de decisión, y, por fin, la posibilidad de participación no presencial, a través de las modernas tecnologías de comunicación (Internet, SMS...).
Estoy de acuerdo con la esencia de la tribuna que hoy firma Federico Mayor Zaragoza en EL PAÍS. Sin embargo, difiero con él en los tiempos, me explico. Como su artículo tiene una repercusión tan importante, de alguna manera está “obligado” a transmitir un mensaje optimista del tipo “la revolución social que generará ese mundo mejor y más justo… está a la vuelta de la esquina”. Yo, que tengo la ventaja de que CAMINANDO lo leemos sólo unos poquitos, puedo permitirme el lujo de decir mi verdad sin tener que pagar ningún peaje. Es cierto que podemos cambiar este mundo, pero ese es un proceso que fructificará dentro de varias generaciones… como mínimo. Esa creencia no debe desanimarnos, sino todo lo contrario. Cuando tenemos ante nosotros un reto realmente importante –el mayor que ha afrontado la Humanidad hasta hoy- es justo el momento en que debemos arremangarnos y ponernos manos a la obra... aunque seamos conscientes de que nosotros no veremos los frutos de ese esfuerzo.
Para leer el artículo completo, pincha aquí
Estoy de acuerdo con la esencia de la tribuna que hoy firma Federico Mayor Zaragoza en EL PAÍS. Sin embargo, difiero con él en los tiempos, me explico. Como su artículo tiene una repercusión tan importante, de alguna manera está “obligado” a transmitir un mensaje optimista del tipo “la revolución social que generará ese mundo mejor y más justo… está a la vuelta de la esquina”. Yo, que tengo la ventaja de que CAMINANDO lo leemos sólo unos poquitos, puedo permitirme el lujo de decir mi verdad sin tener que pagar ningún peaje. Es cierto que podemos cambiar este mundo, pero ese es un proceso que fructificará dentro de varias generaciones… como mínimo. Esa creencia no debe desanimarnos, sino todo lo contrario. Cuando tenemos ante nosotros un reto realmente importante –el mayor que ha afrontado la Humanidad hasta hoy- es justo el momento en que debemos arremangarnos y ponernos manos a la obra... aunque seamos conscientes de que nosotros no veremos los frutos de ese esfuerzo.
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4 comentarios:
Vaya basura de artículo el de Mayor Zaragoza.
Este tío es un beato meapilas del carajo.
Basta ya de santones y de iluminados beatíficos y a ver si nos topamos con gente sensata, con sentido del humor y con educación.
Por culpa de gente como ésta los ingenieros sociales hicieron su agosto en el S. XX.
Esperemos que no se repita en el XXI y la gente pueda vivir en paz y no en los campos experimentales de estos sujetos.
Siempre he tenido un gran respeto por Federico Mayor Zaragoza. Me parece que es un sabio humanista. No he leido todo su artículo en "El País" y, ahora, francamente no tengo tiempo de hacerlo pero mañana lo leeré. Como tu bien sabes, querido Fran, vengo abogando por una revolución PACÍFICA de los CIUDADANOS desde que abrí mi blog. Ahora, el "anónimo" que me precede (qué fácil es insultar y calumniar sin dar la cara...) me parece abominable. Besotes, M.
Merche
Sólo un apunte. El comentario anónimo que te precede no lo comparto en absoluto. sin embargo, no me parece abominable ni calumnioso. Si así fuese, lo hubiese suprimido. Mayor Zaragoza es un personaje público que debe saber aceptar la crítica -estoy seguro de ello- y la expresión más dura de su comentario es "Este tío es un beato meapilas del carajo" que aunque sea muy discutible, en mi opinión, se debe aceptar con deportividad. Entre otras cosas, para poder construir ese mundo mejor que tanto anhelamos ;-)
Y amiga Merche, intuyo en tu comentario una defensa de CAMINANDO que no puedo menos que agradecerte sinceramente.
P.S. Y dicho todo lo anterior, sigo manteniendo mis dudas.
Sí, Fran, estoy de acuerdo de que se pueda discrepar pero NO lo estoy si se insulta impunemente. Que haga el mismo comentario dando la cara. ¿No crees? Es muy fácil tirar la piedra y esconder la mano, muy fácil y... cobarde. Besotes, M.
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