Hace sólo unos días, se nos ha ido Vicente Ferrer, un ser excepcional que trabajó tenazmente para construir un mundo mejor y más justo.
En su juventud, él fue jesuita, y he caído ahora en la cuenta de la nómina de hombres extraordinarios que se han formado en la Compañía de Jesús en los últimos años. Citaré a los que me vienen ahora a la memoria como homenaje a su labor. Pedro Arrupe que dirigió los destinos de la Compañía en unos momentos de extrema dificultad y que afrontó su compromiso con los más pobres. Su relación con su amigo Severo Ochoa merecería un serio estudio. El padre Llanos, que también fue miembro de la División Azul y que impulsó el movimiento de curas obreros en el Pozo del Tío Raimundo durante los años del desarrollismo. Nunca se vieron más comunistas juntos en España que en su funeral. Díez Alegría, el jesuita sin papeles como le gusta autodefinirse. Ignacio Ellacuría y el resto de sus compañeros asesinados en El Salvador; Jon Sobrino, Enrique Figadero… para seguir tendría que consultar el Google y hoy estoy perezoso.
Aunque no tanto como para compartir una experiencia personal. Yo estudié Formación Profesional en un instituto de los jesuitas y siempre respetaron que me negase a ir a misa y a las "convivencias". Para que nos hagamos una idea de la libertad de que gozábamos en ese centro os contaré una anécdota. Una tarde, un profesor de Física de una Universidad estadounidense –no recuerdo ni el nombre de la Universidad ni el del ponente, pero estoy seguro de que era jesuita- nos dio una charla magistral sobre el origen del Universo. Ya sabéis, la teoría del Big Bang. Creo recordar que por aquel entonces la tele emitía la serie Cosmos y aquel hombre disfrutaba con la ciencia como la hacía Carl Sagan. Ya en el turno de preguntas apareció el típico pelota:
-Señor profesor, pero... ¿Dónde pondría usted la mano de Dios en todo este proceso?
-Yo estoy hoy aquí para hablaros de Ciencia, amigos, no de Religión.
Así son los jesuitas, al menos, los que yo he conocido.
En su juventud, él fue jesuita, y he caído ahora en la cuenta de la nómina de hombres extraordinarios que se han formado en la Compañía de Jesús en los últimos años. Citaré a los que me vienen ahora a la memoria como homenaje a su labor. Pedro Arrupe que dirigió los destinos de la Compañía en unos momentos de extrema dificultad y que afrontó su compromiso con los más pobres. Su relación con su amigo Severo Ochoa merecería un serio estudio. El padre Llanos, que también fue miembro de la División Azul y que impulsó el movimiento de curas obreros en el Pozo del Tío Raimundo durante los años del desarrollismo. Nunca se vieron más comunistas juntos en España que en su funeral. Díez Alegría, el jesuita sin papeles como le gusta autodefinirse. Ignacio Ellacuría y el resto de sus compañeros asesinados en El Salvador; Jon Sobrino, Enrique Figadero… para seguir tendría que consultar el Google y hoy estoy perezoso.
Aunque no tanto como para compartir una experiencia personal. Yo estudié Formación Profesional en un instituto de los jesuitas y siempre respetaron que me negase a ir a misa y a las "convivencias". Para que nos hagamos una idea de la libertad de que gozábamos en ese centro os contaré una anécdota. Una tarde, un profesor de Física de una Universidad estadounidense –no recuerdo ni el nombre de la Universidad ni el del ponente, pero estoy seguro de que era jesuita- nos dio una charla magistral sobre el origen del Universo. Ya sabéis, la teoría del Big Bang. Creo recordar que por aquel entonces la tele emitía la serie Cosmos y aquel hombre disfrutaba con la ciencia como la hacía Carl Sagan. Ya en el turno de preguntas apareció el típico pelota:
-Señor profesor, pero... ¿Dónde pondría usted la mano de Dios en todo este proceso?
-Yo estoy hoy aquí para hablaros de Ciencia, amigos, no de Religión.
Así son los jesuitas, al menos, los que yo he conocido.
8 comentarios:
También estudié en los jesuitas (bachillerato elemental y superior, con Franco todavía vivito y coleando), y también sé de la actitud tolerante y abierta que les caracteriza.
Para ser claros, yo preferiría en el Vaticano a un jesuita de estos que mencionas.
Los jesuitas siempre han tenido fama de ser mas abiertos y tolerantes por eso les expulsaron de muchos lugares porque para la Iglesia más retrógada eran demasiado avanzados intelectualmente. Interesante post. Besotes, M.
Suscribo totalmente lo que dices. Yo también fui alumno de los jesuitas y viví esas experiencias.
Este tipo de personas (no todos los que navegan en la Compañía de Jesús) merecen una mención especial, por su compromiso humanitario, su sentido de la caridad y su lucha por la desaparición de la injusticia social. Estos sí son pescadores de hombres, porque se remangan y ayudan.
¡Qué miedo les tiene la Iglesia!
(Me encantaba la serie de Carl Sagan)
Yo tambien he sido educado en un colegio jesuita. Coincido, en contra del topico de los colegios religiosos de la epoca, en una educacion en libertad y respeto a otras creencias...En mi colegio tambien se respetaba a quienes no queriamos ir a misa. Ser soldarios tambien era un principio esencial de sus enseñanzas. ..no lo hicieron mal esos señores vestidos de negro...en mi opinion.
Respecto a la opinión de Blogofago, sólo quiero apostillar, que habláis de vuestras experiencias en Jesuitas no del resto de colegios religiosos de la época, donde las cosas eran totalmente opuestas a lo aquí manifestado.
Descanse en paz, Vicente Ferrer.
Ojalá se pudieran clonar este tipo de personas, y sí, los jesuitas siempre han sido mis preferidos por tolerantes, por sabios.
Zahra
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