02 junio 2009

El tesoro

¿Quién de nosotros se encargará de alimentar a los hambrientos? -preguntó el señor Buddha a sus discípulos, cuando el hambre se abatía sobre Shravasti.
Ratnakar, el banquero, inclinando la cabeza, dijo:
- Una fortuna mucho más grande que la mía sería necesaria para alimentar a los hambrientos.
Jaysen, jefe de los ejércitos del rey, dijo:
- Gustoso daría mi sangre y mi vida, pero no hay alimento suficiente en mi casa.
Dharmapal, que poseía grandes dehesas, musitó:
- El dios de los vientos arrasó mis campos y ni siquiera sé cómo podré pagar los impuestos
del rey.
Entonces Supriya, la hija del mendigo, se levantó.
Humildemente se inclinó ante la asamblea, diciendo:
- Yo alimentaré a todos esos miserables.
- ¿Y cómo? -exclamaron todos sorprendidos-. ¿Cómo esperas cumplir tu promesa?
- Soy entre todos la más pobre -dijo Supriya-, y ésa es mi fuerza. Mi tesoro y mi abundancia los buscaré a vuestras puertas. Como nada tengo que abandonar, allí clamaré que se os ablanden las entrañas.

Tagore

1 comentario:

Merche Pallarés dijo...

¡Cuán cierto! Siempre los pobres son los más solidarios. Besotes, M.