Cuando finaliza un año, es casi obligado hacer balance. Yo hoy comparto con vosotros la parte más agria del mío; dejo la dulce para el final. Así que si no tenéis al cuerpo para tristezas, comprenderé perfectamente que os saltéis este post.
Yo me siento orgulloso de que hoy seamos un pueblo dueño de nuestro presente y de nuestro futuro. Aún así, hay cosas que no termino de comprender. No soy capaz de asimilar el concepto de la dichosa “Alianza de Civilizaciones”, por ejemplo. Porque no quiero que me alíen con nadie, me conformo con que seamos capaces de convivir en paz desde el mutuo respeto. Una alianza es la asunción de un proyecto común que exige renuncias por cada una de las partes y, en el terreno de las ideas y las propias creencias de cada quien, supone un reduccionismo alienante. Quien sube esto al blog, lo siente en el alma pero no va a aliarse con nadie porque seguirá pensando como le dé la real gana. Si quien propugna esa iniciativa es el responsable del gobierno de la única nación que aún tiene sus tareas pendientes en África, pues ¿qué queréis que os diga? Que en la humilde opinión de este ciudadano, tal vez fuese mejor terminar nuestros deberes que pretender formar una piña variopinta de mecheros ondeando ante la puesta de sol.
Si España decidiese que su sitio es el de la legalidad, favorecería la celebración de un referéndum en el Sáhara. No tendría otra opción ética. Es sólo un día. Un día para decidir que quiere el único pueblo africano que no ha tenido aún esa oportunidad. Porque, señor Zapatero, lo siento pero no vale defender la ley cuando favorece a nuestros intereses partidistas y mirar a otro lado cuando nos interesa.
Si viviese en una dictadura –algo que no deseo ni en la más inconfesable de mis pesadillas- tendría al menos el consuelo de no sentirme responsable de lo que estamos haciendo. Pero como éste es un gobierno elegido por el pueblo, me duele en lo más profundo de mi ser que actúe como lo está haciendo.
En la hamada de Tinduf hay miles de personas sin esperanza, y en lo que un día llamamos el Sáhara Español otros tantos que sufren violaciones permanentes de sus derechos fundamentales. Mirando a otro lado… ¿ganaremos puestos en el ranking mundial? Lo siento, pero yo no me apunto a esa escalada. Prefiero subir por la vereda, muy poquito a poco y sudando a cada paso.
Yo me siento orgulloso de que hoy seamos un pueblo dueño de nuestro presente y de nuestro futuro. Aún así, hay cosas que no termino de comprender. No soy capaz de asimilar el concepto de la dichosa “Alianza de Civilizaciones”, por ejemplo. Porque no quiero que me alíen con nadie, me conformo con que seamos capaces de convivir en paz desde el mutuo respeto. Una alianza es la asunción de un proyecto común que exige renuncias por cada una de las partes y, en el terreno de las ideas y las propias creencias de cada quien, supone un reduccionismo alienante. Quien sube esto al blog, lo siente en el alma pero no va a aliarse con nadie porque seguirá pensando como le dé la real gana. Si quien propugna esa iniciativa es el responsable del gobierno de la única nación que aún tiene sus tareas pendientes en África, pues ¿qué queréis que os diga? Que en la humilde opinión de este ciudadano, tal vez fuese mejor terminar nuestros deberes que pretender formar una piña variopinta de mecheros ondeando ante la puesta de sol.
Si España decidiese que su sitio es el de la legalidad, favorecería la celebración de un referéndum en el Sáhara. No tendría otra opción ética. Es sólo un día. Un día para decidir que quiere el único pueblo africano que no ha tenido aún esa oportunidad. Porque, señor Zapatero, lo siento pero no vale defender la ley cuando favorece a nuestros intereses partidistas y mirar a otro lado cuando nos interesa.
Si viviese en una dictadura –algo que no deseo ni en la más inconfesable de mis pesadillas- tendría al menos el consuelo de no sentirme responsable de lo que estamos haciendo. Pero como éste es un gobierno elegido por el pueblo, me duele en lo más profundo de mi ser que actúe como lo está haciendo.
En la hamada de Tinduf hay miles de personas sin esperanza, y en lo que un día llamamos el Sáhara Español otros tantos que sufren violaciones permanentes de sus derechos fundamentales. Mirando a otro lado… ¿ganaremos puestos en el ranking mundial? Lo siento, pero yo no me apunto a esa escalada. Prefiero subir por la vereda, muy poquito a poco y sudando a cada paso.
4 comentarios:
Sin que tenga que ver nada con la entrada, curioso encuentro callejero con tintes de inocentada.
Y sí. Es usted un insigne blogger.
Precioso y exacto post. Estoy de acuerdo con todo lo que escribes. Muchos besotes con burbujas, M.
Fran, seguiremos caminando a pesar de todo.
Un abrazo.
Con un referéndum sólo no basta.
Hay que obligar a la otra parte a que acepte lo que sabemos que va a salir...
y ¿quién les va a obligar? ¿cómo?
sí resulta bastante agrio, sí.
Publicar un comentario