05 octubre 2008

El corazón de Ahmed

(...) Esta es la historia de Ahmed, un niño de 13 años cuyo sufrimiento personal no hace más que reflejar el propio sufrimiento de su pueblo entero. Cuando apenas contaba con nueve años, su padre se vio obligado a llevarle desde El Aaiún, capital del Sáhara Occidental, hasta los campamentos de Tinduf. La causa fue que la policía marroquí le había extirpado su dedo corazón a ladrillazos por hacer el signo de la victoria y gritar Sáhara Libre. Tras conocer ésta y muchas otras historias de sometimiento realizadas por la policía marroquí en tierras saharauis, me pregunto una y otra vez por la justicia y la legalidad internacional, palabras tan pronunciadas por nuestro presidente y otros representantes internacionales. Tenemos el deber de abrir los ojos a nuestros Gobiernos para que no sean los intereses los que primen y el pueblo saharaui alcance finalmente su libertad plena. Mientras esto no ocurra, seguirá habiendo muchos Ahmed en El Aaiún, Dajla o Smara.

Sólo nos queda la esperanza de que, a pesar de que Marruecos hace lo posible por cercenar la libertad en el Sáhara Occidental, a Ahmed no pudieron extirparle su voluntad y sus deseos, y con su otra mano, seguirá haciendo el signo de la victoria hasta el final.

Rocío Ruiz Romero

Leído en EL PAÍS. La foto es de Gabriel Tizón

5 comentarios:

Francisco O. Campillo dijo...

Yo también conocí a otro Ahmed. Un joven que hizó el viaje inverso y murió en El Aaiún defendiendo la misma causa.
Tal vez por ello, pienso en los que algún día tendrán que convivir en un Sáhara libre.

Merche Pallarés dijo...

Sí a ver si se arregla pronto este penoso conflicto... Besotes, M.

Unknown dijo...

Una historia terrible, como la de Ahmed que hizo el camino contrario.. Una más entre el sin fin de despropósitos en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos.
Los saharauis no tendrán problemas para convivir en un Sáhara libre y creo que la buena gente marroquí tampoco. La prueba es que M6 no aceptó el plan Baker porque no se fía de sus súbditos.
Un abrazo.

Pablo A. Fernández Magdaleno dijo...

Comprobamos día a día que la legalidad internacional se basa en el uso de la fuerza. No nos queda más que el pataleo...
Saludos

Teresa dijo...

Cuando no le queden falangas, quedará la expresión de su cara, y cuando también se la destrocen, conservará su pensamiento.

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