20 julio 2008

El prisionero de Argel


Una noche de diciembre de 2003, estaba en la terraza del hotel Britania –un cuchitril indecente- contemplando la ciudad de Argel poco antes de meterme en el saco. Días antes, escuchando a Omar Mansur en el centro Olof Palme de Hagunía, decidí asumir un compromiso personal que me ha traído hasta aquí. Y en ese preciso momento, recordé que Cervantes había pasado allí, cautivo, cinco años de su vida.
Hoy, estoy embarcado en una deliciosa lectura colectiva del Quijote que impulsa mi amigo
Pedro y revivo aquellos momentos con absoluta nitidez. Fueron los días previos de un ilusionante proyecto de cooperación con la infancia y la juventud saharaui exiliada. Y en este camino, me estoy enriqueciendo como persona de una manera difícil de explicar. Pero volvamos a Cervantes.
Aquel hombre vivió de manera realmente azarosa. Entre todas las facetas que conformaron su carácter, no es la menos destacada su etapa en los Tercios. Porque Cervantes fue un valeroso soldado que sirvió en los ejércitos que dominaron Europa durante siglo y medio, y siempre estuvo orgulloso de ello.
Aquellos episodios de nuestra historia son políticamente incorrectos si los analizamos con la escala de valores de nuestro siglo XXI pero constituyeron la única oportunidad que tenían los jóvenes de aquellas españas para huir del hambre y la miseria. Ya lo dijo Calderón, “… aquí a la sangre excede / el lugar que uno se hace”. Y a fe que sabía de lo que hablaba.
El Quijote es una obra maestra por infinidad de razones. Y en muchísimas de sus páginas, rezuman con fuerza extraordinaria las experiencias del soldado que padeció cautiverio en Argel. Son similares a las que animaron a figuras señeras de nuestro Siglo de Oro. Y a otros nombres menos conocidos, como Bernal Díez del Castillo, Jerónimo de Pasamonte, Miguel de Castro o Alonso de Contreras.
Este último, dejó unas memorias –Vida de este capitán- que nos muestran las andanzas de aquellos hombres indomables que no conocieron más tierra amiga que la que estaba bajo sus propios pies. Y enfrascado en esa lectura, estoy descubriendo matices insospechados en nuestra pausada andadura por el Quijote. Algo parecido a una disolución que comienza a precipitarse y que se nos presenta en toda su nitidez.

Y lo siento, pero no puedo resistirme a finalizar con una pregunta ¿Qué pensaría don Miguel –que dejó escrito que la lengua la construyen el vulgo y el uso, ahí queda eso- de algunas “miembras” que pretenden imponernos su visión totalitaria y excluyente en el único patrimonio que compartimos? Pagaría el Potosí que no tengo por leer la columna que Cervantes hubiese escrito ante tamaña desfachatez.

7 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

La estancia de Cervantes en Argel, la hace literatura él mismo en varias de sus obras, como sabes, pero es en el pasaje del Quijote en la que más se nota su voz personal. Sabemos de su comportamiento valeroso como soldado, sabemos que en su cautiverio fue un hombre muy activo, pero son tan sólo unas pocas imágenes en las que se nos escapa su pensamiento de verdad: ¿cómo era don Miguel?
En cuanto a la lengua, dejó dichas tantas cosas sensatas que ya veo su sonrisa antes de coger la pluma e intervenir hoy en día...
He de confesar que, en varios momentos de nuestra lectura del Quijote pienso en ti cuando redacto algunos de mis comentarios. Un abrazo, Francisco.

Merche Pallarés dijo...

Pues sí. Supongo que Cervantes, si levantara la cabeza, hoy en dia se moriría de nuevo al ver el destrozo que, a nivel "popular", se está haciendo con el idioma... Besotes, M.

Francisco O. Campillo dijo...

Pedro
Me ha sorprendido que cuando tenía finalizado el post, he visitado LA ACEQUÍA y me parecía complementario del que acababas de publicar. De todas formas, tampoco es tan extraño ;-)
¡Ah! y me reitero en lo de Cervantes y las "miembras" y otras sandeces similares.

Merche
Porque a don Miguel jamás le molestó el uso que hacía el pueblo de la Lengua, sino todo lo contrario. Ahora, eso de creerse con derecho a imponernos a todos como tenemos que hablar o escribir... un poquito de por favor.

Anónimo dijo...

No olvidemos que Cervantes era un hombre de su tiempo, como lo sería ahora. García Márquez propuso en su día reducir el abecedario del español para simplificar la sintaxis. Y a mí me pareció inconcebible, en un hombre de su formación, que quisiera cargarse de un plumazo la herencia lingüística latina con sus palatalizaciones, grupos consonánticos, leniciones, etcétera. Pero tienes razón, sería interesante poder ser testigo del "experimento". Saludos.

Unknown dijo...

Fran, ¿me crerás si te digo que lo que más odio en el mundo es eso de: "los niños y las niñas", "los catalanes y las catalanas"? que según dicen es lo políticamente correcto ya que decir los niños o los catalanes es sexista.
Ahora eso de las miembras me causó mucha risa.
También pienso en Argel estos días de lecturas compartidas aunque tuve más suerte, estuve en el Dardiaf, un hotel barato y bastante decente a primera vista.
Argel "la blanca", una ciudad muy mediterránea y tienes razón si D. Miguel levantara la cabeza...
Un abrazo.

Alatriste dijo...

Magnifica entrada. Y yo me pregunto: siempre se cambian las palabras cuando supuestamente son masculinas, pero si acaban en vocal "a" nadie parece protestar. Por ejemplo: el especialista o el economista, que en ese supuesto habría que cambiar a el especialisto y el economisto. En fin, aberraciones de llevar lo políticamente correcto a niveles dogmáticos.

Mejor que Don Miguel se quede donde está.

Francisco O. Campillo dijo...

Migramundo
Creo que Márquez meó fuera del tiesto en aquella ocasión. La Lengua es de todos y nadie puede erigirse en su "autoritas".

Antònia
Eso es lo que me gustaría ver: qué haría don Miguel si levantara la cabeza.

Alatriste
Permíteme una pedantería. En el siglo XVII era normal usar el artículo femenino cuando el sustantivo terminaba en "a". Así, por ejemplo, podemos leer referido a varios varones: Las camaradas cumplieron valerosamente con su misión.
Prueba evidente de que la Lengua evoluciona con los tiempos, pero no permitamos que lo haga al ritmo de políticos iletrados ;-)