Llegaste aquel verano
desde montes dorados.
Gacela sorprendida,
callada adolescente.
Tu aroma de vainilla
inundó mi universo
conformando el espacio
con puzzles infinitos,
mostrándome la pieza
de amor, para acabarlos.
Esculpida de ébano,
Portando los secretos
de dar, sin tener nada,
cayendo en mi cultivo
como lluvia.
Hoy, temo que el recuerdo
sea un cristal mezquino,
lejano, a mi medida;
no entender el desierto
que es tu casa,
donde un oráculo inclemente
da réplica a los gritos,
oraciones calladas;
donde las jaimas de colores
son barcos ancorados
en dunas desoladas,
inhóspitas, purpúreas.
Te dedico mis versos,
te remito bandadas de torcaces,
que el siroco los porte
hasta tu oído,
hechos haces de brisa,
de la brisa del Sáhara,
cuyo nombre es el viento,
y el tuyo, Nahsla, un sueño.
Margarita Granados Macías
Primer Premio del Certamen de Poesía de la Fundación ENTREDOS
8 comentarios:
uau! es precioso y además se oye, se huele, se siente.
fuerza para vuestro objetivo y paz en vuestros corazones para conseguirlo.
Menta Fresca
Creo que estos versos han sido escritos desde lo más profundo del corazón.
¡Precioso el poema! Muy descriptivo y emotivo. Gracias por ponernoslo en tu blog. Besotes, M.
Gracias a ti, Merche, por tu fidelidad y tus palabras tan cariñosas.
qué texto más hermoso
Fran, recibí este precioso poema a través de Poemario.
¡ Qué bien describe los sentimientos hacia estos niños que caen, como lluvia, en nuestros cultivos, con su aroma de vainilla y su color canela!
Versos como palomas hechos haces de brisas que llegan a las haimas varadas en la arena...
Aunque no sé hacer poemas me siento identificada.
Un abrazo solidario.
Bellos poemas.
Un saludo
Pedro
Hermoso de verdad
Antònia
Cuando leí el poema por primera vez... me acordé de ti.
Eifonso
¡Bienvenido por CAMINANDO!
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