Acabo de subir al blog el último artículo de Reverte en el XL Semanal. Es un homenaje a un viejo amigo de aquellos oscuros días de finales del 75 en el Sáhara. Lo he leído muy pausadamente y he recordado una de las pocas palabras que aprendí en hassanía: elzam.
Yo también tengo mi propio elzam. Me lo regaló Ahmed justo después de compartir confidencias. Ahmed quería sumarse a sus amigos saharauis en los territorios ocupados, y hacer algo a favor de su patria. Yo le escuchaba en silencio. No compartía su punto de vista pero… ¿qué demonios podía decirle a alguien que había nacido en un campamento de refugiados? ¿Quién era yo para juzgar sus decisiones?
Hace unos días, he descubierto que Ahmed está muerto. Un coche se chocó contra el suyo en El Aaiún, en una calle absolutamente desierta. Nadie estaba herido. Un rápido alboroto. Un saharaui desaparecido. No pude preguntar más.
-Ahmed siempre era el primero.
Así lo describía Gera mientras me contaba la historia.
Intercambiamos regalos entre sonrisas y chanzas. Yo le entregué una chaqueta que era muy valiosa para mi. Él, su turbante. Y aquel elzam ha puesto cara y ojos a un drama que sigo día a día desde hace cuatro años. Ya nada volverá a ser lo mismo.
Yo también tengo mi propio elzam. Me lo regaló Ahmed justo después de compartir confidencias. Ahmed quería sumarse a sus amigos saharauis en los territorios ocupados, y hacer algo a favor de su patria. Yo le escuchaba en silencio. No compartía su punto de vista pero… ¿qué demonios podía decirle a alguien que había nacido en un campamento de refugiados? ¿Quién era yo para juzgar sus decisiones?
Hace unos días, he descubierto que Ahmed está muerto. Un coche se chocó contra el suyo en El Aaiún, en una calle absolutamente desierta. Nadie estaba herido. Un rápido alboroto. Un saharaui desaparecido. No pude preguntar más.
-Ahmed siempre era el primero.
Así lo describía Gera mientras me contaba la historia.
Intercambiamos regalos entre sonrisas y chanzas. Yo le entregué una chaqueta que era muy valiosa para mi. Él, su turbante. Y aquel elzam ha puesto cara y ojos a un drama que sigo día a día desde hace cuatro años. Ya nada volverá a ser lo mismo.
6 comentarios:
es un buen recuerdo, Fran, de los que nunca se olvidan
ese trueque de objetos por amistad es algo que debe instalarse en nuestros genes
Pedro
Te puedo asegurar que aquel recuerdo no me consuela cuando pienso en el final de Ahmed.
Es una historia triste con un final desgraciado. Verás, recuerdo un señor al que se le murió su hijo menor con 20 años en un accidente de escalada. Cuando fui a darle el pésame pensé que encontraría a los padres destrozados y sumidos en la desesperación. Sin embargo el padre me consoló a mi, me dijo: ha muerto joven haciendo lo que más le gustaba, su vida siempre fue feliz y nunca padeció. Doy gracias a Dios por esto.
Ahmed murió haciendo lo que creía que tenía que hacer. A ti te queda su elzam y su recuerdo. A nosotros el ejemplo de su coraje.
El padre de nuestra familia saharaui también se llama Ahmed. Una vez me dijo que mejor cuando estaba en la guerra porque morir todo el mundo va a morir, mejor hacerlo luchando por lo que crees.
Y entonces añadió: ¿Esta vida... qué?
Un abrazo solidario.
te comprendo, Fran, pero el recuerdo le hace vivir como nos gustaría vivir a todos: en la memoria de los amigos.
Un recuerdo para Ahmed y para todos los saharauis que están sufriendo y dando su vida por la libertad del Sahara. Conx y Bahia
Antònia
Pedro
Conx
Bahía
Gracias, shukran por vuestras palabras y, sobre todo, por estar siempre ahí.
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