Domingo, 31 de diciembre de 2007
Gueton de Aziza Brahim Ahmed
Anteanoche dormimos en el “27 de Febrero” junto a otros cuatro expedicionarios. Nos acostamos a las cinco de la mañana, y a las nueve ya estábamos en pie buscando un medio de transporte hacia la wilaya de El Aaiún. Gracias a Mohamed Gailane, un Toyota del Polisario nos llevó a Hagunía y enseguida encontramos nuestro destino. La jaima estaba igual que en mis recuerdos pero la familia ha crecido: ahora hay más niños. Les he entregado un álbum con las fotos que hice hace cuatro años. Son muchos recuerdos y algún drama irreparable: Ahmed, con quien intercambié regalos y confesiones en mi visita anterior, ha muerto a manos de la policía marroquí. No creo que pueda volver a ponerme aquel turbante de color arena nunca más.
La comida es ahora mucho más frugal que por aquel entonces, y aquellas jamás fueron excesivas. Por la tarde, Gera nos sirve de guía y visitamos las dairas de Daora y Amgala. En Amgala, quedo para el día siguiente. Mi intención es visitar uno de los centros juveniles durante las actividades que realizan con los niños. Nos acostamos temprano; María y yo estamos muy cansados. Mañana será otro día.
A las nueve, nos hemos levantado, desayunado y ya estamos caminando hacia Guelta. Allí conocemos al grupo de monitoras. Maena Said, Karcaza, Negeia Ahmed, Batla Mohamed, Jeidoma Baper… todas ellas realizan una extraordinaria labor en condiciones de la máxima precariedad. Al regreso, hemos pasado por Bucraa, donde hemos visto el Centro Juvenil que se levanta junto a las dependencias de la Daira.
Gueton de Aziza Brahim Ahmed
Anteanoche dormimos en el “27 de Febrero” junto a otros cuatro expedicionarios. Nos acostamos a las cinco de la mañana, y a las nueve ya estábamos en pie buscando un medio de transporte hacia la wilaya de El Aaiún. Gracias a Mohamed Gailane, un Toyota del Polisario nos llevó a Hagunía y enseguida encontramos nuestro destino. La jaima estaba igual que en mis recuerdos pero la familia ha crecido: ahora hay más niños. Les he entregado un álbum con las fotos que hice hace cuatro años. Son muchos recuerdos y algún drama irreparable: Ahmed, con quien intercambié regalos y confesiones en mi visita anterior, ha muerto a manos de la policía marroquí. No creo que pueda volver a ponerme aquel turbante de color arena nunca más.
La comida es ahora mucho más frugal que por aquel entonces, y aquellas jamás fueron excesivas. Por la tarde, Gera nos sirve de guía y visitamos las dairas de Daora y Amgala. En Amgala, quedo para el día siguiente. Mi intención es visitar uno de los centros juveniles durante las actividades que realizan con los niños. Nos acostamos temprano; María y yo estamos muy cansados. Mañana será otro día.
A las nueve, nos hemos levantado, desayunado y ya estamos caminando hacia Guelta. Allí conocemos al grupo de monitoras. Maena Said, Karcaza, Negeia Ahmed, Batla Mohamed, Jeidoma Baper… todas ellas realizan una extraordinaria labor en condiciones de la máxima precariedad. Al regreso, hemos pasado por Bucraa, donde hemos visto el Centro Juvenil que se levanta junto a las dependencias de la Daira.
1 comentario:
Sólo quiero subrayar tus palabras: "muchos recuerdos y un drama irreparable"
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