17 marzo 2006

A mi regreso de los campamentos

El día 1 volví de mi visita a los campamentos de refugiados saharauis.

El motivo oficial era el aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática; pero me animaba otro aún más importante: conocer de primera mano la situación tras las inundaciones de febrero. Recordad: la distancia de los cuatro dedos es la diferencia entre la verdad y la mentira.

Ese viaje ha sido una experiencia: el color del desierto, el agua ahora abundante en los cauces normalmente secos, los árboles, el verde y la diversas flores ¡qué color! sobre la arena del desierto. Y los territorios liberados: más visceral que observable, solo por la presencia de unidades militares armadas.

Vi El Aaiun, Smara y 27 de Febrero. En el Aaiun vi poco, y solo algunas casas destruidas; mi familia, concretamente, no puede utilizar ni la cocina ni la habitación, pues aunque siguen en pie, los daños en las paredes (grietas en toda su altura) y en techo, no las hacen seguras " Vine hace treinta años con una jaima y hoy, treinta años después, solo tengo una jaima..." es la expresión de la patriarca de la familia.

La escuela del barrio de Hagunía tiene algunas zonas afectadas; el centro de ciegos, otras. Nuestros centros están bien, salvo el de Bucraa, el Centro hermano de la OJE de Burgos, que ha resultado afectado en sus cimientos.

En Smara vi muchísimas casas afectadas, unas caídas, otras vaciadas con los enseres en la calle semi tapados. Mi familia de Smara vive ahora en la colina, en una tienda del ejército argelino, pues su casa ya no existe. Era una familia pobre y hoy lo es aún más.

Y en 27 de Febrero, la mitad de las casas ya no existen; casi todas las que estaban en el cauce seco, entre las dos elevaciones donde se asienta el colegio a un lado y otras construcciones al otro, han desaparecido y solo ves sus ladrillos de adobe desmoronados, objetos personales abandonados entre el barro seco y enseres apilados en medio de la nada.

En Tifariti, territorio liberado, donde la escuela que se conserva destruida, guarda la memoria de la ignominia del bombardeo marroquí sobre ella, ya establecido el alto el fuego de 1992. Allí pudimos comprobar la capacidad de organización de este pueblo y de este gobierno saharaui para alojar a los ¿700? Visitantes y atenderlos: el comedor (dignísimo e impresionante servicio el prestado en él), la sala de prensa con sus conexiones a internet (gracias Nama, gracias Alfonso, por vuestro esfuerzo y buen hacer), su festival de la cultura, su desfile, incluso las unidades mecanizadas del ejército saharaui, formadas con el material arrebatado en combate al ejército marroquí.

Pero, sobretodo, la expresión de la voluntad de un pueblo por su libertad, independencia y autodeterminación pese a los treinta años de exilio, la mitad de él, en el desierto de los desiertos, mientras la otra mitad sufre la brutal ocupación y represión del gobierno invasor y colonialista de Marruecos.

Ayer recibí el artículo de Rosa Montero en EL PAÍS del martes y voy a difundirlo, pues coincide además con el mensaje que difundo en OJE: Hay que premiar el valor de la legalidad, de la democracia y de la tolerancia.

Ella lo explica muy bien: es el modelo de sociedad al que aspiramos muchos, porque cabemos todos; en otros modelos que, a veces, parecen más perfectos, vemos claramente que solo caben algunos...

SI premiamos a los que nos amenazan con las bombas, la extorsión, la violencia callejera, con hechos consumados, ¿qué futuro ofrecemos a nuestros descendientes?; es más: ¿que presente anhelamos para nosotros?

Una vez más os pido vuestra colaboración: acudid con alimentos y medicinas a las sedes de las Asociaciones de Amigos del Pueblo Saharaui; acudid con vuestros donativos a la cuenta del proyecto OJE: 2038 - 1015 - 95 - 6001067488 ; otra vez tenemos la posibilidad de participar en una misión juvenil (el servicio en su estado puro), como cuando éramos Arqueros o Cadetes, otra vez podemos luchar por la justicia en la medida de nuestras posibilidades, aportar nuestro grano de arena (nunca tan acertada la expresión), para unir a nuestro hijo, nuestro árbol y nuestro libro.

Un fuerte abrazo,
V.Q.S.
El Rudi

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