Estábamos Rudi y yo mismo en el Sáhara, haciendo cábalas sobre cuanto podría costar construir un Centro Juvenil en la Hamada –a las afueras de Hagunía- cuando vimos unos ladrillos de adobe secándose al sol. Inmediatamente me di cuenta de que esa imagen podría reflejar el espíritu de nuestro proyecto solidario. Durante dos años, cada vez que he visto esta fotografía, no eran unos simples adobes lo que se presentaba en mi mente: eran Centros Juveniles repletos de niños y niñas aprendiendo a convivir.
En estos últimos meses todo se ha sucedido de manera acelerada y lo que aquel día era un sueño ilusionante se ha convertido en realidad, y nuestro compromiso ha ido reforzándose cada día.
Hoy sigo mirando esa foto y viendo Centros Juveniles donde grupos de niños y jóvenes ocupan su tiempo libre de manera formativa superando alegremente barreras de toda índole y trabajando para construir un Mundo mejor para todos… pero ahora, esos Centros están en España.
En estos últimos meses todo se ha sucedido de manera acelerada y lo que aquel día era un sueño ilusionante se ha convertido en realidad, y nuestro compromiso ha ido reforzándose cada día.
Hoy sigo mirando esa foto y viendo Centros Juveniles donde grupos de niños y jóvenes ocupan su tiempo libre de manera formativa superando alegremente barreras de toda índole y trabajando para construir un Mundo mejor para todos… pero ahora, esos Centros están en España.
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