31 diciembre 2005

Herencias, préstamos y un año nuevo


Despedimos un año y damos la bienvenida a otro con esperanza e ilusión. En estos días, es frecuente –casi obligado- hacer balance y dedicar un rato al análisis. Y yo voy a compartir el mío con quienes os acercáis a este espacio de reflexión.

Tendemos a imaginar el mundo como una herencia que se transmite generación tras generación de forma que nosotros recibimos un gran tesoro que, en la medida en que podamos, debemos engrandecer. Estamos en deuda con nuestros padres que nos legaron su patrimonio.

Yo propongo una nueva forma de verlo que, para mi desgracia, no es una idea original. El planeta es un préstamo que estamos disfrutando porque en realidad sus legítimos propietarios son nuestros hijos. Con este punto de vista evitamos la tentación de creernos amos y señores en ningún momento, y por tanto, no tenemos ningún derecho a empobrecerlo, explotarlo, destruirlo… porque en realidad ¡¡¡no es nuestro!!!

Esta postura me ha ayudado a fortalecer mis íntimos compromisos personales, y cuando tengo alguna duda… miro a los ojos de mis hijas y todo se aclara.

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