Un pequeño grupo de homínidos duermen acurrucados en la Sierra de Atapuerca tras haber devorado la carroña que ha dejado abandonada un oso de las cavernas tras su festín. Son nuestros abuelos en la aventura de la evolución y luego buscarán un abrigo que les proteja del aire gélido que traspasa la piel y hiela los huesos. Varios miles de años antes, sus antepasados habían abandonado el continente africano y, más tarde, sus descendientes colonizarán la totalidad de Europa y Asia en un proceso que durará un millón años. Desde África vendrán nuevas oleadas humanas y la última de todas ellas se adueñará rápidamente del territorio. Estos nuevos viajeros poseen un lenguaje verbal y una tecnología que les permiten cazar en grupo y generar excedentes. Es su ventaja decisiva en la competencia por la supervivencia en un medio hostil.
Viajando hacía donde nace el sol, llegarán a un continente despoblado: América. Desde las heladas llanuras del Gran Norte el camino girará al sur, y muy pronto, tan sólo en unos pocos miles de años, llegarán hasta la Tierra de Fuego.
En Salamanca, un navegante de acento extranjero presenta numerosos cálculos ante los cartógrafos y asesores de la reina. Estos sabios y eruditos demuestran la falsedad de sus datos. Son inconsistentes. Todos ellos saben perfectamente que el planeta es esférico pero su dimensión –como había demostrado Eratóstenes 1.700 años antes- es muy superior a la que expone Colón. El viaje que propone está abocado al fracaso. La misma respuesta que ya tuvo poco antes en Portugal.
Aún así, una nao y dos carabelas, con el apoyo de la reina Isabel y gracias a la intermediación y financiación de un poderoso judío converso, Luis de Santángel, parten rumbo a poniente, cruzando el océano ignoto. Gentes de diferentes lenguas y procedencias, movidas por muy diversos intereses, componen su tripulación. La expedición es muy modesta y sus medios son escasos. Pero no cejan en el empeño. Es la primera gran aventura de una nación que acaba de nacer.
Y una mañana de otoño, tras varios indicios esperanzadores en los días precedentes, divisan tierra firme. La llamarán San Salvador, ellos saben bien porqué. Y en ese preciso momento, los nietos de aquellos exploradores primitivos se encuentran nuevamente, se miran a los ojos… ¡¡¡después de más de un millón de años!!! Han recorrido caminos opuestos. Todos ellos han perdido la memoria del inicio de esta fantástica epopeya y hablan lenguas diferentes. El periplo más extraordinario de la humanidad, ha concluido… ¿O realmente está comenzando? Es un 12 de octubre del año de gracia de 1.492.
Hoy, nuevas riadas de africanos, emprenden su viaje cada día y se dejan la piel y la vida en el empeño. Europa cierra sus puertas y no sabe encontrar una solución a este drama humano. Hemos esquilmado sus recursos naturales –y seguimos haciéndolo impunemente en la actualidad- corrompemos a sus gobiernos títeres, hemos creado fronteras artificiales… pero no sabemos afrontar este nuevo reto.
¿Podremos, algún día, vivir todos los seres humanos en paz en este diminuto planeta perdido en el córner de la galaxia?
Viajando hacía donde nace el sol, llegarán a un continente despoblado: América. Desde las heladas llanuras del Gran Norte el camino girará al sur, y muy pronto, tan sólo en unos pocos miles de años, llegarán hasta la Tierra de Fuego.
En Salamanca, un navegante de acento extranjero presenta numerosos cálculos ante los cartógrafos y asesores de la reina. Estos sabios y eruditos demuestran la falsedad de sus datos. Son inconsistentes. Todos ellos saben perfectamente que el planeta es esférico pero su dimensión –como había demostrado Eratóstenes 1.700 años antes- es muy superior a la que expone Colón. El viaje que propone está abocado al fracaso. La misma respuesta que ya tuvo poco antes en Portugal.
Aún así, una nao y dos carabelas, con el apoyo de la reina Isabel y gracias a la intermediación y financiación de un poderoso judío converso, Luis de Santángel, parten rumbo a poniente, cruzando el océano ignoto. Gentes de diferentes lenguas y procedencias, movidas por muy diversos intereses, componen su tripulación. La expedición es muy modesta y sus medios son escasos. Pero no cejan en el empeño. Es la primera gran aventura de una nación que acaba de nacer.
Y una mañana de otoño, tras varios indicios esperanzadores en los días precedentes, divisan tierra firme. La llamarán San Salvador, ellos saben bien porqué. Y en ese preciso momento, los nietos de aquellos exploradores primitivos se encuentran nuevamente, se miran a los ojos… ¡¡¡después de más de un millón de años!!! Han recorrido caminos opuestos. Todos ellos han perdido la memoria del inicio de esta fantástica epopeya y hablan lenguas diferentes. El periplo más extraordinario de la humanidad, ha concluido… ¿O realmente está comenzando? Es un 12 de octubre del año de gracia de 1.492.
Hoy, nuevas riadas de africanos, emprenden su viaje cada día y se dejan la piel y la vida en el empeño. Europa cierra sus puertas y no sabe encontrar una solución a este drama humano. Hemos esquilmado sus recursos naturales –y seguimos haciéndolo impunemente en la actualidad- corrompemos a sus gobiernos títeres, hemos creado fronteras artificiales… pero no sabemos afrontar este nuevo reto.
¿Podremos, algún día, vivir todos los seres humanos en paz en este diminuto planeta perdido en el córner de la galaxia?
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