09 febrero 2013

Bernal Díaz del Castillo o Hernán Cortés

Aunque avanzo hacía los cincuenta con el colmillo retorcido y carezco de ídolos, uno de mis personajes favoritos es Hernán Cortés. Casi hay que pedir perdón por decirlo, pero así es. Odiado en Méjico y ninguneado en su patria, no me resisto a reproducir una anécdota que muy posiblemente no ocurrió jamás, pero que es verosímil y que nos muestra su verdadera talla. Para reclamar sus derechos, el conquistador espera en palacio a poder hablar con el emperador. Éste, le mira de soslayo, y le pregunta a uno de sus consejeros que quién ese tipo. Cortes no puede reprimirse más, y fuera de todo protocolo, con voz clara y potente, afirma:
-Yo soy quien ha ganado para vuestra majestad más territorios de los que heredó de sus padres y abuelos.
Esa era la diferencia entre ambos. Carlos era un heredero, y Hernán... el primero de su estirpe.

El buenísmo imperante nos ha dejado una imagen terrorífica de Cortés. La del conquistador ávido de oro que arrasa la Arcadia féliz donde los inditos vivían fraternalmente. Pues bien, no solo es falsa esa caricatura, sino que sería muy sencillo dibujar un retrato de Cortés en el que se reflejase la imagen de un libertador de pueblos subyugados por imperios decadentes y sanguinarios, que tampoco sería fiel a la realidad. No me cabe en un post, pero Cortés fue capaz de unir a los diferentes pueblos oprimidos por los méjicas porque vieron en él al aventurero poderoso, inteligente, sensible a su cultura, y capaz de quebrar ese yugo con el que los sometían los señores de Tenochtitlan que periódicamente se cobraban sus tributos, sacrificios humanos incluidos. La ayuda de aquellas etnias pisoteadas supuso la clave del éxito de su campaña americana, no su ventaja tecnológica, que  hubiese sido fácilmente anulable por la aplastante superioridad numérica de sus enemigos.

A quien tenga curiosidad, me permito recomendarle dos libros sobre el tema. El primero, es riguroso y de amenísima lectura, "Hernán Cortés, inventor de México", y tiene el añadido de haber sido escrito por un mejicano, Juan Miralles. Y el segundo es "La historia verdadera de la conquista de la Nueva España" atribuido a Bernal Díaz del Castillo.

Compré un ejemplar de esta obra en la Cuesta de Moyano hace casi treinta años, y para mi supuso todo un descubrimiento. Era la narración de unos hechos indiscutiblemente épicos, desde la óptica del soldado de a pie que, en su avanzada vejez, quiere poner coto a algunas fanfarronadas de sus capitanes, y contar su verdad. Además, está muy bien escrita. Vamos, que para mí, ese libro es el tatarabuelo del boom de la Literatura hispanoaméricana, con el que, por cierto, tanto he disfrutado.

Pues bien, ahora parece que esa obra no es de la autoría de Bernal, sino de... Cortés. Así lo afirma Christian Duverger, escritor y antropólogo francés, en su obra "Crónica de la eternidad", fruto de diez años de investigación rigurosa.

Si eso fuese cierto, Cortés no solo sería el más grande conquistador de toda la historia verdadera y cierta, sino un excelente escritor, a la altura de los más grandes, y capaz de jugar con el papel del narrador, y colocarlo en un plano diferente, en una época en la que ese tipo de recursos estilísticos no estaba al uso. Ese hecho colocaría a Cortés como un escritor de memorias absolutamente fascinante. Así que ya estoy ansioso por leer el libro de Duverger, que se anuncia enfocado para el gran público. Porque las historias de los españoles, la verdad, me apasionan ;-)

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