09 febrero 2012

Sobre las Navas de Tolosa

Hablar de batallas en estos tiempos de buenismo y corrección política es adentrarse en fangales, así que confieso que no quería escribir este post. Pero no he podido resistir la tentación. Iré al grano.
En julio de 1212 combatieron a muerte dos formas irreconciliables de entender el mundo. Y el resultado de esa batalla  nos llevó por un camino que ha determinado nuestro modelo de sociedad actual. No es una exageración. Los británicos -que tanto cariño nos tienen- consideran la Batalla de las Navas de Tolosa como una de las más decisivas de la Historia, por algo será ¿Por qué?
Por mucho que hoy nos empeñemos en almibarar ciertos capítulos de nuestro pasado, los almohades no eran precisamente un ejemplo de diálogo y convivencia pacífica. Siento decirlo, sobre todo, porque sus raíces se intrincan en un territorio al que he aprendido a admirar y respetar. Tampoco sus adversarios eran un modelo de virtudes. No es cuestión de remover la mierda. Pero si las tropas de Mohammad An-Nasir hubiesen conseguido la victoria, existen serias posibilidades de que mis hijas vistiesen algún tipo de velo y no pudiesen correr medio desnudas por esas tierras de lo que una vez se llamó España ¿Vuelvo a exagerar? Nadie puede saber cómo hubiese evolucionado nuestra sociedad si no hubiese ocurrido lo que ocurrió, pero en las tierras de lo que hoy es la provincia de Jaén se frenó el avance del Islam, no solo en España, sino en el conjunto de Europa. Ese sí que es un hecho incuestionable.
La Batalla -incluso el proceso previo a la misma- es apasionante, pero no me desbocaré. Sin embargo, no puedo dejar de lamentar que la inmensa mayoría de los jóvenes de este país no tengan ni pajotera idea de que ocurrió hace 800 años y que determinó su forma de vida. También soy incapaz de comprender que en Burgos, mi ciudad, la efeméride pase sin pena ni gloria (salvo la fiesta del Curpillos, de la que tantos de mis conciudadanos desconocen el origen), y eso que nuestros ancestros desempeñaron un papel destacadísimo aquel 16 de julio de 1212.
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Y dicho todo lo anterior, nada me impide dedicar una parte de mi tiempo a defender el derecho de autodeterminación de algunos de los descendientes de los enemigos mortales de algunos de mis antepasados ¿Qué tendrá que ver el culo con la cuatro témporas? ¿Quién se puede sentir ofendido por conmemorar un hecho histórico que ha servido para conformar la sociedad que hoy nos acoge?  

2 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Olé! Tu sigue con lo tuyo querido Fran... Besotes, M.

Rais dijo...

Estoy de acuerdo. Un hito de la historia. Y en este caso de nuestra historia. Es por esto que a veces mi certeza en que toda guerra es mala se ve cuestionada por la duda de si existen momentos en que tal extremo es digno.