27 agosto 2009

Un apunte rápido sobre el Camino de Santiago

Pasado el 800 de la era cristiana, cerca de la tierra que los romanos habían bautizado como Finisterre (el fin de la Tierra) aparecen los restos de uno de los discípulos de aquel judio de frontera que se llamó Jesús. Según la tradición, Santiago había predicado en Hispania y, después de sufrir martirio a su regreso a Jerusalem, sus restos se trasladaron de nuevo a la tierra en la que realizó su labor evangelizadora.
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Es ahora -en el entorno del 820 d.C.- justo cuando el reino astur-leonés asentaba nuevas fronteras frente a los musulmanes que cien años antes habían invadido la península, cuando se descubre la tumba del apóstol ¡qué gran noticia para la cristiandad toda! Surge la necesidad de visitar ese mágico lugar y para ello, se remozan las viejas calzadas romanas y se abren nuevas rutas. Tiene que ser al norte, casi paralelo a la costa cantábrica, puesto que más al sur acechan los peligros. Y por si fuera poca maravilla, Santiago mismo ayuda a los cristianos a derrotar a las tropas de Abderramán II en la batalla de Clavijo. Dios siempre nos ayuda, sobre todo, cuando somos más.
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Pasan los años y un nuevo reino toma la hegemonía en la Hispania cristiana: es Castilla, que en el 1054 es capaz de derrotar a los navarros en Atapuerca y que poco después fijará fronteras más al sur, en las márgenes del Duero. Por entonces, un joven caballero, Rodrigo Díaz, conseguirá la hazaña de conquistar un reino y morirá frente a los almoravides, que desde el Sáhara, vienen a luchar a estas tierras convulsas donde sus hermanos de fe han relajado en exceso sus costumbres. Por ello, Al-Mutamid morirá en su triste destierro de Tinduf.
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Pero ahora, el Camino también ha descendido al sur, y atraviesa la Ribera navarra, La Rioja y Burgos. Por aquella ruta viaja el nuevo arte que es capaz de elevarse hacia cielo como nunca antes, y se construyen espléndidas catedrales como la de Burgos o la de León. Las promueve el rey Fernando, hijo de Alfonso, quien ganó en las Navas de Tolosa la mayor batalla que hasta entonces vio la cristiandad. Todo ocurre en el tiempo en que se reconquista la vieja capital de Toledo, y aquellos que mantuvieron su fe en tierras del Islam descubren que han perdido el paso de la Historia porque ahora, son poco menos que herejes; ellos, precisamente ellos.
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Mientras, en la ruta que marcan las estrellas, miles de peregrinos siguen viajando más allá, ultreia, al tiempo que otros construyen puentes, hospitales, refugios, monasterios... para facilitarles su andadura. Todos son capaces de entenderse en latín en tierras donde están surgiendo nuevas lenguas.
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Hay quienes caminan por fervor religioso y quienes lo hacen para encontrarse a si mismos, que al fin y al cabo es lo mismo. Y los pícaros que se suman en búsqueda de su propio beneficio, y los que asaltan y roban, o hacen testar el moribundo a su favor. Surgen nuevas ciudades, conventos, logias de artesanos, universidades... Y se vertebra Europa, que no es obra de guerreros, sino de caminantes... y mercaderes, y constructores, y maestros, y...
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Pero no todo es esplendor, en el siglo XV la peste diezma la población europea y viajar se vuelve más inseguro que nunca. Por si fuese poco, la cristiandad se divide una vez más, y aquella nación que acaba de surgir, se enfrenta al resto a sangre y fuego. También allí hay un camino: el que une el reino de Nápoles con Flandes -el Camino Español- pero esa es otra historia.
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Y hoy, más de mil años después del comienzo de estas andanzas, la ruta jacobea sigue convocando a miles de peregrinos -a uno que ya ha dejado de creer y a sus dos hijas, por ejemplo- que son capaces cada mañana de ajustar sus calcetines para que no tengan arrugas y no se hagan ampollas. Cada quien tiene su motivación, cada cual hace su propio camino.
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Y ahora yo, después de esta parrafada, dejo el ordenador y me voy a recoger la colada ;-)
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En Pedrouzo, a 27 de agosto del año de gracia de nuestro Señor de 2009.

4 comentarios:

Alicia Mora dijo...

jajaj...me gusta el final.
Me imaginaba las andanzas de nuestros antepasados...pero no entraba la colada!.Jajaja

Merche Pallarés dijo...

Ya veo que los nuevos mercaderes han puesto su "pica en Flandes" del famoso y turístico Camino. ¡Qué pena que todo, al fin y al cabo, acabe en el maldito "consumismo" de la globalización nefasta que padecemos! De todas formas ¡ultreia! Besotes, M.

Teresa dijo...

qué entrada más suculenta. Encuentro de artesanos e ideas, mezcla y revolución del pensamiento.

Camino de peregrinos. Es muy apasionante esta idea...

(Ahora no estoy muy de acuerdo en eso de que el fervor religioso y encontrarse a uno mismo, sea lo mismo, valga la redundancia. Aunque cualquier motivo es personal y respetable)

Unknown dijo...

peregrinos modernos que en su mochila llevan un portátil y aquella cosa para la conexión a internet. hemos caminado contigo.
Comento con retraso porque estos días... demasiado calor, incluso para comentar.
Un abrazo