Este lunes, 10 de agosto, dará comienzo en Viena una nueva ronda de conversaciones promovida por Naciones Unidas entre Marruecos y el Polisario que contará con observadores argelinos y mauritanos. En mi opinión, la celebración de estos contactos es una buena noticia en si misma, pero hay que mantener la prudencia. Un conflicto que ha alcanzado la complejidad del que afecta al Sáhara Occidental exige acciones en diferentes áreas.
En este momento, la misión de la ONU en la zona debe acatar un mandato obsoleto, lo cual le resta efectividad y credibilidad ante las partes. Por poner un ejemplo: ya no puede producirse ningún intercambio de prisioneros de guerra puesto que el Polisario liberó los últimos que mantenía en su poder de manera unilateral y sin contrapartidas. Por otro lado, diferentes asociaciones humanitarias denuncian casi cada día flagrantes violaciones de los derechos humanos en el territorio bajo administración marroquí, aspecto sobre el que no tiene competencias la MINURSO. Se hace necesario reformar ese mandato, lo digo una vez más, puesto que la situación que impulsó su creación es muy diferente a la actual.
Finalmente, como español, reclamó un giro en la posición de mi gobierno. La doctrina de mi apreciado Moratinos-Pilatos (España no tiene la llave para resolución del conflicto) debe modificarse. Debemos favorecer la solución acorde al derecho internacional del último territorio africano pendiente de su proceso de descolonización. Porque aunque no sea agradable para ninguno de nosotros, el origen del conflicto saharaui hunde sus raíces en la vergonzosa actitud de nuestro país.
En este momento, la misión de la ONU en la zona debe acatar un mandato obsoleto, lo cual le resta efectividad y credibilidad ante las partes. Por poner un ejemplo: ya no puede producirse ningún intercambio de prisioneros de guerra puesto que el Polisario liberó los últimos que mantenía en su poder de manera unilateral y sin contrapartidas. Por otro lado, diferentes asociaciones humanitarias denuncian casi cada día flagrantes violaciones de los derechos humanos en el territorio bajo administración marroquí, aspecto sobre el que no tiene competencias la MINURSO. Se hace necesario reformar ese mandato, lo digo una vez más, puesto que la situación que impulsó su creación es muy diferente a la actual.
Finalmente, como español, reclamó un giro en la posición de mi gobierno. La doctrina de mi apreciado Moratinos-Pilatos (España no tiene la llave para resolución del conflicto) debe modificarse. Debemos favorecer la solución acorde al derecho internacional del último territorio africano pendiente de su proceso de descolonización. Porque aunque no sea agradable para ninguno de nosotros, el origen del conflicto saharaui hunde sus raíces en la vergonzosa actitud de nuestro país.
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