Los pasados días 16 y 17 de agosto, y con lágrimas en los ojos, despedíamos a los niños saharauis que un año más –afortunadamente- han compartido con nosotros esos dos meses de calores terribles en sus campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia)
En el aeropuerto de Villanuela (Valladolid), se producían escenas dignas de filmar. Muchas lágrimas surcaban por caras infantiles, y más, por parte de familiares de acogida, sabedores del retorno de estos niños a unas duras condiciones de vida.
Asistí a un curioso diálogo entre una “madre” de acogida y una subcomisaria de policía que controlaba a un nutrido grupo de agentes que hicieron más fácil la salida de estos niños.
Decía compungida la madre de acogida. “Ya le he dado el último beso a Hamed”. A lo que contestó la subcomisaria: ”Nunca diga el último beso, seguro que es el penúltimo, pues conociéndoles a ustedes, los miembros de la Asociación de Amigos del Sáhara, mantendrán el contacto con Hamed y su familia y, posiblemente, visitarán sus campamentos las próximas navidades”.
Ciertamente que convivir un verano con estos niños “engancha”. No sé, pero tienen algo especial que nos mueve todas las teclas sensibles de nuestro organismo. Son días de convivencia intensa, de comprobar con asombro su adaptación a cosas para nosotros habituales, de comprobar el amor a su familia, a su patria, de días de más luces que sombras, en suma: días imborrables y que sin duda dejan huella.
Ahora nos toca esperar para que nuestros Hamed, Mulay, Lejlifa, Mamía, Mariam, etc. Vuelvan a llenar nuestras casas y nuestras vidas. Y si es verdad que solamente son 10 meses hasta el próximo programa “Vacaciones en Paz”, seguro que se nos hará eterno.
Y el próximo año, nuevamente volveremos a dar a estos niños el Penúltimo beso.
Fernando Velar Ortueta
Presidente de la Asociación Burgalesa de Amigos del Pueblo Saharaui.
Este artículo lo ha publicado hoy DIARIO DE BURGOS y yo le he añadido una foto
En el aeropuerto de Villanuela (Valladolid), se producían escenas dignas de filmar. Muchas lágrimas surcaban por caras infantiles, y más, por parte de familiares de acogida, sabedores del retorno de estos niños a unas duras condiciones de vida.
Asistí a un curioso diálogo entre una “madre” de acogida y una subcomisaria de policía que controlaba a un nutrido grupo de agentes que hicieron más fácil la salida de estos niños.
Decía compungida la madre de acogida. “Ya le he dado el último beso a Hamed”. A lo que contestó la subcomisaria: ”Nunca diga el último beso, seguro que es el penúltimo, pues conociéndoles a ustedes, los miembros de la Asociación de Amigos del Sáhara, mantendrán el contacto con Hamed y su familia y, posiblemente, visitarán sus campamentos las próximas navidades”.
Ciertamente que convivir un verano con estos niños “engancha”. No sé, pero tienen algo especial que nos mueve todas las teclas sensibles de nuestro organismo. Son días de convivencia intensa, de comprobar con asombro su adaptación a cosas para nosotros habituales, de comprobar el amor a su familia, a su patria, de días de más luces que sombras, en suma: días imborrables y que sin duda dejan huella.
Ahora nos toca esperar para que nuestros Hamed, Mulay, Lejlifa, Mamía, Mariam, etc. Vuelvan a llenar nuestras casas y nuestras vidas. Y si es verdad que solamente son 10 meses hasta el próximo programa “Vacaciones en Paz”, seguro que se nos hará eterno.
Y el próximo año, nuevamente volveremos a dar a estos niños el Penúltimo beso.
Fernando Velar Ortueta
Presidente de la Asociación Burgalesa de Amigos del Pueblo Saharaui.
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