¿Por qué me acuerdo tanto de Yminaya? Desde hace casi cuatro años, es una imagen recurrente en mi mente. Esa niña traviesa que tanto se parece a mi hija Ana es mi estímulo constante para apoyar la causa de su pueblo exiliado en la hamada de Tinduf. Recordando sus ojos, me sobran las banderas.
3 comentarios:
No debería haber banderas en los ojos de los niños: sólo esperanza y estímulo para que nosotros les hagamos un mundo mejor. O, al menos, que no se lo empeoremos.
Que bella reflexión! No hace falta ningún añadido. Siento exactamente lo mismo aunque los ojos pertenezcan a otros niños. Esas miradas y sobre todo lo que es recurrente para mi, son sus risas.
Un abrazo.
PD/ En estos días, duros para mi, siempre es un placer y un estímulo entrar en Caminando.
Pedro
Yo confío en que seremos capaces de mejorarlo ;-)
Antònia
Me alegro de que tu visita a "Caminando" sea placentera ¡No sabes cuanto!
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