Recientemente, a raíz del aniversario de la proclamación de la República Saharaui (el 27 de febrero de 1976) hemos podido leer y escuchar voces expertas pero indocumentadas.
En primer lugar, vemos cómo los planteamientos proautonómicos de ciertos opinadores se dan de bruces contra la realidad. El reino de Marruecos asegura y promete que está preparando un plan de autonomía para el Sáhara Occidental. Pero Marruecos hubiera podido demostrar su predisposición autonómica aceptando la última propuesta de solución de la ONU, que plantea una autonomía para el territorio. Eso sí, con un referéndum final (en el que votarían marroquíes y saharauis). Cosa que no gusta al democrático Mohamed VI. Por otra parte, una autonomía en Marruecos necesitaría de una profunda reforma "constitucional". La autonomía no existe en el lenguaje político marroquí.
En segundo lugar, el olvido sistemático de la condición de Marruecos como potencia ocupante, que no administradora, del territorio y que, como tal, no puede administrar nada. Con todo y con eso, se firman acuerdos de venta de armas -con España-, con la condición de que sean utilizadas en el sur; se firman acuerdos de pesca que afectan al banco pesquero sahariano. A pesar la ilegalidad internacional que esto supone.
En tercer lugar, vemos los olvidos, intencionados, con los que trata de silenciar la existencia de un Estado saharaui, la RASD, que dispone de un territorio, una población, una Constitución, es reconocida por muchos Estados de la ONU, y forma parte de organismos como la Unión Africana.
Y la razón de Estado continúa matando la razón.
En primer lugar, vemos cómo los planteamientos proautonómicos de ciertos opinadores se dan de bruces contra la realidad. El reino de Marruecos asegura y promete que está preparando un plan de autonomía para el Sáhara Occidental. Pero Marruecos hubiera podido demostrar su predisposición autonómica aceptando la última propuesta de solución de la ONU, que plantea una autonomía para el territorio. Eso sí, con un referéndum final (en el que votarían marroquíes y saharauis). Cosa que no gusta al democrático Mohamed VI. Por otra parte, una autonomía en Marruecos necesitaría de una profunda reforma "constitucional". La autonomía no existe en el lenguaje político marroquí.
En segundo lugar, el olvido sistemático de la condición de Marruecos como potencia ocupante, que no administradora, del territorio y que, como tal, no puede administrar nada. Con todo y con eso, se firman acuerdos de venta de armas -con España-, con la condición de que sean utilizadas en el sur; se firman acuerdos de pesca que afectan al banco pesquero sahariano. A pesar la ilegalidad internacional que esto supone.
En tercer lugar, vemos los olvidos, intencionados, con los que trata de silenciar la existencia de un Estado saharaui, la RASD, que dispone de un territorio, una población, una Constitución, es reconocida por muchos Estados de la ONU, y forma parte de organismos como la Unión Africana.
Y la razón de Estado continúa matando la razón.
Salvador Pallarès-Garí – Valencia. EL PAÍS 12 de marzo de 2007
Esta Navidad, Salvador tradujo al catalán el montaje que utilizamos para transmitir nuestros deseos para el año que comenzaba y lo difundió entre el movimiento solidario de apoyo al Sáhara.
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