16 julio 2006

Confesiones

En diciembre de 2.003 regresé de mi viaje a los campamentos de refugiados saharauis. Fue una semana intensísima que me aportó infinidad de experiencias y que me dio la oportunidad de conocer a un pueblo que mantiene su dignidad y su esperanza en condiciones dramáticas. Recién llegados a España, y con todas las emociones a flor de piel, conocimos otra realidad no menos dolorosa: el proyecto “Ladrillo a ladrillo” agonizaba. La única salida era hacer un último esfuerzo y no defraudar todas las esperanzas que habíamos despertado. Ha pasado el tiempo suficiente para hacer esta confesión.
Pero nadie conoce la verdadera medida de sus capacidades hasta que no se mide consigo mismo creyendo firmemente en aquello en lo que se ha comprometido íntimamente.
Hoy, el Proyecto “Ladrillo a ladrillo – Aidic faidac” ha superado nuestras esperanzas más optimistas y ha cubierto la totalidad de los objetivos planteados inicialmente. Y lejos de darnos por satisfechos, continuamos buscando nuevas vías de cooperación con la infancia y la juventud refugiada en la hamada argelina. No podemos devolverles su tierra ¡Ójala estuviese en nuestra mano! pero podemos caminar hombro con hombro profundizando en los valores que compartimos.
Siento un orgullo interior por haber participado en este éxito. Y un sabor amargo. El de quien piensa que si la Organización Juvenil Española confiase en si misma y en su futuro como asociación poniendo toda la carne en el asador… ¡superaría los obstáculos que ahora nos parecen insalvables!

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