20 mayo 2012

Reflexiones económicas de un lego

Ayer se disputó la final de Champions entre el Chelsea y el Bayern. pero estuvo a puntito de tener otros protagonistas ¿Se imaginan la cara de nuestros socios europeos si hubiesen visto sobre ese césped a los máximos representantes de una liga que debe más de 750 millones de euros a la Hacienda mientras ellos hacen puntualmente sus deberes?
Los países mediterráneos somos hoy acusados de ser los causantes de una grave crisis que afecta a toda la zona euro. Nuestra banca -de la que alardeábamos hace solo unos meses- se desmorona como un castillo de naipes. Somos incapaces de financiar nuestras deudas, y necesitamos urgentemente la ayuda de las laboriosas hormiguitas del norte. Pero, ¿hemos sido tan malos como nos pintan?
En primer lugar, soy absolutamente incapaz de entender porqué un pequeño país como Grecia -de poco más de once millones de habitantes- puede poner en grave riesgo a toda la eurozona, con más de 320 millones de ciudadanos. Hay un problema de magnitud que no me encaja.
Por otro lado, me gustaría poner sobre la mesa una cuestión que no he visto discutir a los expertos. Veamos. Durante un largo periodo la Unión Europea ha... ¿disfrutado? de unos tipos de interés extremadamente bajos. Peligrosamente bajos aunque pueda parecer paradójico. Eso nos ha permitido a los ciudadanos adquirir nuestros pisos -que por cierto, subieron de manera exponencial para que la simpática suma de amortización más intereses ocupase todos nuestros recursos- a unos costes financieros muy bajos, realmente. Por ejemplo, yo estoy pagando unos intereses menores de los que abona España por su deuda ¿Realmente merezco más confianza que mi país a los ojos de la banca? ¿Por qué pude entrar en el mercado del crédito con tantas facilidades? Pues como no me juego mi prestigio de economista, expondré mi teoría.
El proceso de la unificación alemana tuvo unas dimensiones económicas colosales. En ese momento, existía una decidida voluntad política (algunos todavía recordamos el liderazgo de Köhl) para acabar con la aberración de la división alemana, pero la factura era de órdago. Así que fue preciso pagarla a plazos, y a bajo interés... o hubiese aplastado a la nueva Alemania unificada. Pero aquella decisión tuvo un efecto perverso. Los ciudadanos del sur nos encontramos con la oportunidad de creernos ricos. Ello, unido a la irresponsabilidad demagógica de unos políticos de cartón-piedra, emperadores de la rotonda y virreyes del centro de usos múltiples, ha constituido una mezcla explosiva.
Pero tengo para mí que no hemos sido tan malos... es que nos dibujaron así.  

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