07 marzo 2007

Sáhara. Ciudadanos, súbditos y mártires

La prensa de hoy se hace eco de la posición favorable del presidente Zapatero al plan de autonomía que Marruecos prepara para el Sáhara y que continúa siendo un hermético secreto para la opinión pública. Poco tiene que decir el pueblo marroquí al respecto. En una relación medieval entre el Rey y sus súbditos, a estos últimos, sólo les queda el acatamiento.
Sin embargo, nosotros somos ciudadanos que cumplimos con nuestros deberes y que exigimos nuestros derechos. Uno de ellos, es decidir la posición internacional de nuestro país. En el verano de 2005, el ministro Moratinos manifestaba que nosotros, España, no tenemos la llave para la solución del conflicto del Sáhara y que deben ser los representantes del pueblo saharaui y del reino de Marruecos quienes encuentren una solución dialogada en el marco de Naciones Unidas. Comparto esa opinión. Por eso mismo, me sorprende que nuestro gobierno se posicione ahora a favor de una postura unilateral que es frontalmente rechazada por una de las partes. No quiero pensar que el reciente acuerdo pesquero entre la Unión Europea y Marruecos, la actitud favorable de este último para erradicar la emigración ilegal y los millonarios contratos mercantiles que vislumbran las empresas españolas en el horizonte magrebí tengan nada que ver con este posicionamiento. Disfruto siendo ingenuo.
El pueblo saharaui tiene el inalienable derecho a su autodeterminación. Así lo corroboran todas las resoluciones de la comunidad internacional emitidas en los últimos 50 años. Sin embargo, antes de adoptar cualquier decisión irrevocable, sus dirigentes deberán evitar convertir en mártires a quienes sufren la agonía del exilio y las heridas de la lucha pacífica.

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