15 diciembre 2005

Acabo de volver

Acabo de volver de allí, pero no he vuelto.

Acabo de regresar de los campamentos, pero mi pensamiento sigue allí. Y cuando me centro en mi casa, en mi familia y mi trabajo, necesito volver a engancharme a un invisible cordón raído y gastado, pero fuerte y resistente que me liga a ellos.

Ángel tiene una expresión muy acertada en la que dice "las cosas se ven de otra manera cuando te haces singular en los campamentos, cuanto te llaman por tu nombre, cuando saben que pueden confiar en ti y la relación se hace estrecha y cercana..."

A mi me gusta también emplear esa expresión al contrario: "cuando ellos se hacen singulares". Cuando ya no hablas del pueblo saharaui en general, sino que le pones caras, nombres, miradas... todo se ve de otra forma. De esa forma que lo bueno te llena de gozo y de esperanza, y lo malo te hiere en lo más profundo.
Cuando piensas en la guerra, ya no piensas sólo en tanques y minas; piensas en Aleiat con un arma en la mano, con su turbante y sus calcetines rotos, frente a otro pobre diablo de 23 años, dispuesto a matar o ser matado.
Cuando piensas en las mujeres saharauis, no piensas sólo en la belleza de sus melfas ondeando al viento sobre la arena. Piensas también en Aminetu Haidar, a la que hoy se ha condenado a prisión 7 meses, por decir que quiere un Sáhara libre, y por decirlo sin miedo, porque ya no tiene nada que perder.
Cuando oyes noticias de los activistas saharauis por los derechos humanos, no son hombres y mujeres que escriben cartas, se manifiestan con banderas o acuden a reuniones clandestinas; ahora oyes el grito desgarrador de madres golpeadas por pedir la paz para sus hijos; oyes apenas el hilo de voz que le queda a Ali Salem Tamek, tras mil huelgas de hambre, mil palizas, mil humillaciones, condenado hoy a 8 meses de cárcel, y en su silla de ruedas porque ya no le quedan fuerzas para tenerse en pie...
Cuando piensas en los estudiantes que salen a la calle con las manos en alto, pidiendo la paz, y regresan a sus casas ensangrentados, llorando, humillados, doloridos... cuando piensas que dos de ellos ya no podrán volver a salir, porque ya han muerto...
Todo es distinto, y aunque regreses de allí, no puedes dejar de estar allí. Con ellos. Agarrando fuerte, muy fuerte su mano.

Maite Escribano

Maite ha desarrollado su labor en la OJE de Valladolid donde ha sido Directora del Hogar Compromiso y ahora su trabajo, y el del equipo de voluntarios vallisoletanos, ha permitido que tengamos un extraordinario Proyecto para presentar a las Administraciones Públicas… y todos esperamos nuevos frutos de este esfuerzo.

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