15 octubre 2005

Abba


Abba vive en el campamento de refugiados de El Aaiun, en la daira de Hagunía. Procede de Mauritania, y por esos avatares del destino, fue reclamado por su padre –un militar saharaui de pocas palabras- y junto a su nueva madre adoptiva y los hijos de ésta, ha encontrado una familia con la que se encuentra feliz. De alguna manera, ha regresado a sus orígenes.

Cuando yo le conocí, era un muchacho muy reservado y con una enorme curiosidad que procuraba mantener oculta, de reprimir ante ese visitante extranjero que sonreía no se sabía muy bien porqué. Su vida había cambiado radicalmente en unos pocos meses, y trataba de adaptarse a su nuevo entorno. Siempre estaba dispuesto a ayudar, a guiarnos por aquel laberinto de casas de adobe y jaimas verdes clónicas cubiertas de arena; a servirnos de intérprete, aunque él mismo hablaba el español con gran dificultad.

Juntos nos divertíamos aprendiendo palabras absolutamente extrañas para mí, jugando con el lenguaje. Finalmente, descubrió que yo era un poco foisi, que me faltaba la sesera mínima y que siempre repetía las mismas cosas.

Abba fue mi amigo en el Sáhara, así le traté en todo momento y él me correspondió, y le deseo que encuentre el futuro prometedor que se merece… y la fuerza y el coraje suficiente para encontrar la felicidad.

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