El 6 de septiembre de 2005 abrí este blog. Así que soy uno de los más veteranos de lo que en tiempos se llamó la blogosfera. Tampoco tiene tanto mérito ¿Qué por qué inicié esta andadura? Muy simple: porque tenía muchas cosas que decir. Ahora, nosotros -los de entonces- ya no somos los mismos ¡Hemos cambiado tanto! Puede que se nos retuerza el colmillo por las chinitas que no salen de los viejos zapatos; pero me gusta creer que jamás perderemos la ilusión.
Cuando me convencí de que no bebería el vino más rojo mirando hacia el Atlántico desde tierra saharaui, he esperado pacientemente la noche en la que pudiese escribir hermosos versos tristes de despedida, pero no llega. Así que no dilataré por más tiempo el cierre. Mi padre lo resumía en una frase: "Inútil es alargar la jodienda cuando la prebenda es corta". Pues eso.
Ha sido un trecho largo, del que me siento moderadamente orgulloso. No tanto por la calidad, sino porque cada paso ha sido honesto. Y eso, en estos tiempos de zozobra, es mucho. A buen seguro, no repetiría este blog tal cual está con lo que hoy sé, pero cuando escribí cada una de sus líneas, lo hice como el viejo caballero andante que sabe que su único linaje son sus obras.
Pero no quiero recordar el pasado. Porque yo soy más de salir al aire. Y de charlar con quien me encuentre. Gracias a ello he visto que puedo compartir senda con gentes con las que mantengo grandes diferencias. Yo no te juzgo si tú me aceptas tal cual soy. Sí, ya sé que esa afirmación cojea, pero nunca dije que yo fuese un santo.
Aquí, en la Red, queda una parte de mí, tal vez mi mejor yo. Pero ahora toca abrir nuevas veredas. Y si me pidiesen que eligiese algo de estos años caminando en el desierto, no lo dudaría: me quedo con los amigos. Con quienes de una manera u otra he sentido cercanos. Con quienes me han acompañado. Con quienes me han hecho reír, y reflexionar; y cuestionarme principios que nunca son inalterables. Lo dicho, me quedo con los amigos.
Actualización
La despedida de Antónia, aquí, y la de Pedro, aquí
Actualización
La despedida de Antónia, aquí, y la de Pedro, aquí