Ayer, mi hija Ana se comportó como una corajuda. En el primer tumulto, perdió una de sus zapatillas de clavos, pero continuó los más de 2 kilómetros que quedaban hasta la meta. Así que completó esa prueba con la dignidad de quien es capaz de superarse a si mismo, y vencer las dificultades.
Sufrí viéndola descalza. Y disfruté al comprobar que finalizaba la carrera, haciéndose más grande de lo que era al sonar el disparo de salida.
Hice algunas fotos más; pueden verse en este enlace.
¡Bravo por Ana! Besotes, M.
ResponderEliminares como para estar muy orgulloso, ole por Ana!
ResponderEliminarbiquiños,
¡ CHAPÓ ! POR ANA, QUE HA DEMOSTRADO TENER MADERA DE DEPORTISTA CON CORAJE Y PUNDONOR.
ResponderEliminarSALUDOS.